Estampas de Luang Prabang18 (Laos 2006). Monjes jóvenes tras la oración de la tarde.

 

Un paseo al atardecer permite conocer el reflejo del sol en el río. Encantado. Los árboles se vuelven sombras, las calles intimidad. Apenas alguna moto o algún “jumbo” perturban el ambiente.

Abandonamos la calle junto al río hacia una de las paralelas secundarias. No llegamos muy lejos porque una oleada naranja sale al patio del wat. Los cinturones o los fajines amarillos destacan aún más.

La oración de la tarde ha terminado. Salen del templo, se calzan las zapatillas y charlan con los libros en la mano. Los más revoltosos juegan y corretean. Algunos otean el horizonte cercano desde la baranda blanca del atrio. La naga de cinco cabezas doradas levanta los dedos para despedirse de los monjes y novicios.

-¿De dónde eres?-preguntan en inglés.

Se dejan fotografiar, facilitan sus correos electrónicos, preguntan los nombres, cuándo has llegado, si es tu primera estancia... un protocolo que les permite abrirse al mundo.

Se sientan con nosotros y nos rodean con curiosidad. Invertir su tiempo con extranjeros es una diversión y una forma de abrirse al mundo.

Los monjes jóvenes son cordialidad. Son acogedores.