Frescura: es lo que
irradia el mercado.
Semiescondido en una perpendicular al Palacio, en una calle secundaria, las verduras, la fruta, la carne o el pescado pregonan su frescura. Los productos han sido recolectados temprano para un viaje sin retorno a la ciudad. Sus colores vivos son la mejor publicidad de sus cualidades.
El aroma penetra hasta el cerebro. Esta hemorragia de sensaciones invade los sentidos y se aferra a ellos. También son protagonistas los tocados de las mujeres, los vestidos, los gestos. Los paraguas atenúan el estoque desde el cielo que es el sol. Si cambia el tiempo servirán para la lluvia. Como son generosos protegerán los alimentos.
De rodillas, con las piernas hacia un lado, se acomoda la espera. La búsqueda camina lentamente, se agacha, pregunta, toma del suelo o continúa. Regatea, dialoga, paga y guarda en su cesta.
No es una sucesión de bodegones sin vida, sino la vida que se expresa desde los alimentos.
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