La paz buscada se
convierte en entelequia ante la afluencia de turistas que pervierten el ambiente.
Quizá sólo en el pequeño habitáculo de Buda la paz sea una realidad. Las
figuras, ataviadas con telas naranjas que les cruzan el pecho, sonríen a
quienes han hecho el esfuerzo de subir a rezar con ellas.
Al otro lado se despliega la ciudad oculta por el Monte Phousi, el meandro del río Nam Khan, más montañas, más bosque. Contemplarlo es serenidad. Inmortalizarlo con nuestra imagen es una necesidad.
El disco solar disminuye de tamaño, se encoge tras las nubes difusas, las montañas le prestan acogida para que pueda restablecerse después del esfuerzo del día.
Con su desaparición aparece la melancolía. M será mi único consuelo.
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