Nos despertamos a las siete. Era
viernes y nos imaginamos que habría atasco de entrada. Aunque el tráfico fue
denso nos plantamos en Seattle Center en poco tiempo. En el trayecto
contemplamos la espalda de la ciudad, para abrir boca. El parking estaba casi
vacío y al llegar antes de las 10 de la mañana el precio era muy barato, 10
dólares. Muy cerca estaba la Fundación de Bill y Melinda Gates, la rama
filantrópica del fundador de Microsoft.
Seattle Center era un área de ocio.
Albergó la 21 Century Expedition de 1962. Fue un éxito económico y de
público. Asistieron unos diez millones de personas y, en contra de lo que suele
ser habitual en estos eventos, tuvo superávit. Sobre todas las construcciones
resaltaba hacia el cielo la torre de comunicaciones Space Needle. Desde lo alto
las vistas eran impresionantes…siempre que lo permitiera la niebla.
Sin duda, el edificio más
emblemático era el Museo de la Cultura Pop con su estructura de paneles de
titanio de Frank Gehry y que lógicamente nos recordó al Guggenheim de Bilbao.
En 2007 se denominaba Jimmy Hendrix Experience, en honor del malogrado genio local
de la guitarra.
Ninguna de las atracciones
estaba abierta a aquellas horas tempranas de la mañana. Decidimos dar un paseo,
acercarnos a los enormes girasoles mecánicos de Sonic Bloom, entramos en
el hall de Chihuly Garden & Glass, un jardín a base de trabajos en vidrio
de Dale Chihuly, recorrimos los jardines plagados de esculturas e instalaciones
de la más atrevida modernidad y salimos hacia el Olympic Sculpture Park, un museo
de escultura al aire libre con importantes aportaciones de artistas como
Richard Serra, The Eagle, de Calder y un inconfundible rostro de Jaume
Plensa, Echo. Además, era un buen mirador sobre la bahía y sobre la
parte de la ciudad que se enfrentaba a ella. La parte cubierta era el Paccar
Pavillion. Había que estar atento a las sorpresas que en cada rincón se
ofrecían.
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