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Viaje a Alaska y Canadá 160. Descendientes de escandinavos y Port Townsend.


 

La presencia de descendientes de escandinavos en la zona era abundante. Debieron adaptarse bien a esta tierra por la similitud del clima y la orografía que les ofrecía la posibilidad de progresar, una vida nueva alejada de la pobreza y la superpoblación que aquejó a Europa entre finales del siglo XIX y principios del XX. Regreso a lo que escribí entonces:

Los noruegos fueron marineros que tocaron tierra y desembarcaron para siempre. Unos ochocientos mil eligieron América y fundaron en este rincón el Western Viking, un periódico que ha sobrevivido desde 1889. El Seattle Sky Club consagró la afición esquiadora de estas gentes. Los daneses fueron primero granjeros en el centro del país. Luego continuaron hacia las ciudades. Los finlandeses fueron reclutados para trabajar inicialmente en las minas de cobre de la región de Michigan, hacia 1860. En todas sus comunidades edificaron un Finn Hall para mantener y expresar su cultura. Suecos e islandeses también se unieron a sus vecinos del norte de Europa. Todos crearon sus iglesias, sus centros sociales, sus casas de acogida, sus sistemas mutuales. Esta era su zona.

Tras atravesar Poulso, un hermoso pueblo escandinavo, alcanzamos la zona alta de Port Townsend con el bus 11. Las Cascade Mountains guardaban las espaldas de las aguas.



Port Townsend estuvo llamado a ser el puerto más importante del Oeste, pero la decisión de la Northern Pacific Railway de no unirla con Tacoma la condenó al declive. Antes, en la década de 1890, aún perduraba el sueño de la riqueza y los barcos recalaban en su puerto para cargar madera y otras mercancías. La especulación trajo buenos edificios, bancos, comerciantes. Al decaer la Fiebre del Oro del Klondike, ausente el ferrocarril y faltos de capital, la gente comenzó a abandonar la ciudad. La construcción de una papelera en la década de 1920 la sacó de la somnolencia. Pero fue en la década de 1970 cuando recuperó algo de brío al instalarse jubilados y gente que buscaba casas baratas. Los edificios antiguos habían permanecido serenos durante décadas, de ahí que preservara su sabor pionero casi intacto. El turismo trajo su progreso definitivo.



Recuerdo caminar por su calle principal, Water Street, que articulaba su downtown, el viejo ayuntamiento, la oficina de correos, los antiguos almacenes y bancos, los edificios de ladrillo, vistosos, ajenos al paso del tiempo. Union Wharf, el antiguo muelle. La bahía.

Un autobús nos devolvió a Poulso, tomamos el 90 hacia Bainbridge, por la carretera 305 cruzamos un puente. Los árboles impedían ver el paisaje. Un ferry nos devolvió a Seattle. La puesta de sol fue cautivadora.

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