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Viaje a Alaska y Canadá 149. El lago Minnewanka.


 

Las cimas acastilladas sobresalían por encima de la masa forestal puntiaguda. Uno de ellos era el pico Eisenhower, como aparecía en un panel, aunque en 1976 le fue devuelto el nombre que le asignara James Hector a mediados del siglo XIX. En compensación al héroe de guerra y presidente de los Estados Unidos se le asignó Eisenhower Tower.

En las cercanías de esas montañas hubo una mina, Silver Mine, en el siglo XIX y un campo de internamiento para los enemigos del país durante la Primera Guerra Mundial, especialmente, inmigrantes ucranianos. Sus trabajos forzados sirvieron para construir diversas infraestructuras del Parque Nacional de Banff. Mal lugar para ser confinado, especialmente al llegar el temible invierno.

En 2017, el Gobierno de Canadá alcanzó un acuerdo con la nación Siksika tras un largo conflicto por sus tierras ancestrales. Les compensaron con 123 millones de dólares y la posibilidad de adquirir nuevas tierras donde instalarse.

Algo leí de que había una estación de esquí por estos pagos.



El de la oficina de turismo de Banff nos había insistido en visitar el lago Minnewanka, el lago de los espíritus para los Pobladores Originarios de la zona. Sin embargo, los primeros europeos que llegaron hasta aquí lo denominaron Devil Lake, el lago del Diablo, quizá por sus constantes crecidas que causaban frecuentes estragos.

Me quedaron algunas dudas sobre su formación, ya que en un lugar leí que era un lago glaciar, mientras que en otros informaban de dos intervenciones en 1912 y 1941 que crearon la actual presa con destino a controlar aquellas crecidas y aprovechar su valor para generar energía eléctrica. En cualquier caso, era un lago largo, de unos 21 kilómetros y con una belleza espectacular. Por eso era muy popular entre los veraneantes, que podían recorrer sus senderos o atravesarlo en canoa.

Cruzamos la presa, que me pareció que era de tierra, y aparcamos para observarlo con calma, fotografiarlo y disfrutarlo.



La prolongación de la carretera nos acercó a Two Jack Lake, que prometía una excelente vista del monte Rundle. Formaba un conjunto con Minnewanka y el lago Johnson, como una especie de ruta circular, un bucle. Desde la carretera la vista era estupenda.

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