Me quedé un rato junto a los
árboles y me separé un poco de mis compañeros. Los sonidos eran limpios,
piadosos. Sin embargo, me recordaron a la muerte, como si fuera acechado por
las bestias salvajes antes de un feroz ataque. Sonó un pequeño desprendimiento,
o era enorme y la distancia reducía sus efectos. El lago se alteraba muy
ligeramente. El viento se filtraba entre las ramas y las hojas, las arañaba y
se apiadaba de ellas después de mostrarse exigente, riguroso, ofendido. La
escena confundía sonidos arrolladores con otros arrulladores, unos secundarios
de los otros, alternándose.
Nuevamente las nubes envolvieron
todo. Apenas se divisaban los picos más altos, que se salvaban poco tiempo,
hasta que el viento desplazaba esa masa blanca casi uniforme. Más allá,
apareció el lago, que era ajeno a las tinieblas blancas. Estaba solitario. En
realidad, se trataba de dos lagos, el superior y el inferior. Entre ambos, un
sugerente camping. Era abundante en aves acuáticas, que eso significaba el
término waterfowl.
Nuevamente el color del lago
cautivaba al visitante.
Paramos en Saskatchewan
Crossing. Esta encrucijada de caminos ofrecía un centro comercial y la única
gasolinera en muchos kilómetros, Así que repostamos, compramos comida y
almorzamos. Nos venía bien un descanso porque la siguiente etapa, hasta Jasper,
a 153 kilómetros, la hicimos de un tirón. Ya realizaríamos las visitas más
interesantes cuando regresáramos.
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