Caminamos hacia el imponente
hotel Château Lake Louise que se ubicaba en un terreno formado al retirarse el
glaciar Victoria, que a finales del siglo XIX llegaba hasta ese punto. La
retirada formó un dique de origen morrénico que dio origen a este hermoso lago
glaciar.
La primera imagen era la más
icónica. Las aguas de tono verdoso se desplegaban hacia el glaciar y el monte Victoria.
A la izquierda, el talud del monte Fairview. A la derecha, el Big Beehive, gran
colmena, por su forma redonda. Las nubes grises adormecían el entorno.
La orilla estaba conquistada por
los ansiosos para hacerse una foto. Lo curioso es que a la mayoría les gustaba
hacerse la foto de cara al lago y de espaldas a la cámara. Una señora oriental,
aunque eran de Calgary, con un vaporoso vestido amarillo y un aspecto un tanto extravagante,
me pidió que le hiciera una foto. Se sumó su marido. Los dos de espaldas. Les
insté a que se dieran la vuelta. Me preguntó de dónde era, le dije que de
España y me contó que le había gustado el país pero que en Madrid le habían
robado a su marido. Arrebató su móvil de mis manos y cortó la conversación un
tanto abruptamente. Me quedé un tanto descolocado.
En Canadá la gente se enrollaba
bastante, algo parecido a lo que ya había comprobado en viajes a sus vecinos
del sur. Eran abiertos, pegaban la pava con facilidad y espontaneidad, te
hacían la ficha en un instante y te ayudaban a conocer su espíritu sin
importarles demasiado la privacidad.
Una chica con la que únicamente
había intercambiado una sonrisa me comentó en Johnston Canyon que el camino
para las cascadas superiores estaba cortado por el peligro de avalanchas.
Volvimos a cruzarnos en varios lugares y volvimos a intercambiar sonrisas y
breves mensajes. Quizá si hubiera sido menos tímido hubiéramos mantenido una
buena conversación. Me pareció atractiva.
Poco después una familia se
acercó a mí al verme fotografiar a otras personas. Me pidieron que le hiciera
una foto a la familia. Era un matrimonio de mi edad, de buen aspecto y nivel
económico. Los hijos eran altos y guapos. El señor me preguntó, socarronamente,
si era el fotógrafo de alguna de las múltiples bodas que acudían a la orilla
del lago para hacerse un book. Les comenté que era interesante
fotografiar a la gente que allí acudía y que tenía algunas reacciones un tanto
peculiares o graciosas.
0 comments:
Publicar un comentario