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Viaje a Alaska y Canadá 123. Lake Louise I

 


Después de hacer la compra nos lanzamos por la ascendente carretera que llegaba al lago Louise en busca de un lugar donde comer. La carretera hacia el lago Moraine estaba cortada al saturarse el parking.

Tuvimos suerte y en uno de los aparcamientos intermedios, que estaba casi lleno, pudimos aparcar y comer en una mesa de madera con bancos de la zona de picnic. No tuvimos competencia al ser demasiado tarde para los locales, que incluso iban abandonando la zona. Eso nos dio algunas esperanzas.



Mientras comíamos le pregunté a un joven estadounidense si el lago estaba cerca. No sabía y poco menos que pasaba de nosotros: el subiría en bicicleta y se dejaría de complicaciones. Sin saber muy bien qué nos encontraríamos, regresamos a la carretera de acceso. El tráfico de subida era algo menos denso que el de bajada. Al llegar al aparcamiento nos instaron a seguir. José Ramón le echo un poco de morro y le explicó a la joven que controlaba el tráfico que estaba lesionado y caminaba con dificultad. La joven indicó que si no tenía identificativo de minusválido tenía que seguir. José Ramón insistió y se formó un pequeño atasco. Apareció el supervisor, menos mal, porque la joven estaba dispuesta a llamar a los de seguridad. Todos eran hispanos y este segundo se apiadó de nosotros, incluso, nos ofreció un hueco en la zona restringida. Aparcamos y José Ramón tuvo que caminar con dificultad, apoyado en uno de nosotros para que el montaje fuera más convincente.

En 1882, los indios stoney mostraron este lugar a Tom Wilson, empleado del ferrocarril que realizaba un mapa topográfico para el futuro trazado. Quedó maravillado y denominó al lago Emerald, esmeralda, por el color de las aguas. No se calentó mucho la cabeza. Los indios lo llamaban el lago de los pececitos. Dos años después fue rebautizado con el nombre de la hija de la reina Victoria y esposa del Gobernador General de Canadá.

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