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Viaje a Alaska y Canadá 74. El crucero como forma de viajar.

 


Durante la cena surgió el tema de los cruceros como forma de viajar. Yo me debatía entre la comodidad y la autenticidad, por poner un nombre a la forma de viajar que tradicionalmente había defendido y practicado.

Era el que más cruceros había realizado, lo que parecía un contrasentido con mi filosofía de viaje. Mis cinco primeras experiencias se debían a la generosidad de mi hermano Tony, que me había invitado. Las dos primeras veces tenían sentido, ya que el precio de dos adultos y un menor (mi sobrino Antonio) era similar al de un adulto y un menor. Además, hacía compañía a mi hermano en las diversiones. Luego, su generosidad me convirtió en parte del equipo crucerista. Se lo agradezco de todo corazón.

Mi idea originaria sobre los cruceros cambió desde entonces. Eran cómodos, divertidos. Como decía mi hermano, no había que molestarse en hacer y deshacer la maleta cada día y cada día te cambiaban la playa o el paisaje que se asomaba a tu balcón o ventana y que visitabas. Era un poco superfluo ya que el tiempo para las excursiones era reducido, pero para ámbitos insulares (el Caribe o las islas griegas) era una forma eficaz para hacerse una idea en un tiempo limitado. El tiempo siempre ha sido un elemento limitador en mis viajes. Para Alaska me parecía una buena opción.



Seguro que para los intrépidos viajeros que despreciaban a los turistas, aunque todos tenemos cierto espíritu turista en nuestras venas, y no nos guste reconocerlo, no es inmersivo ni sostenible. Sin embargo, permite viajar a mucha gente que de otra forma no gozaría de opción alguna. También, cierto, provocaba masificación. Y puestos de trabajo en el sector y en los puertos y ciudades donde atracaban los barcos.

Hace un par de años leí Algo supuestamente divertido que nunca volveré a hacer, del escritor norteamericano David Foster Wallace, una crítica bastante ácida, aunque con gracia, de este mundo de los cruceros. Aconsejo su lectura, muy entretenida. El título es suficientemente ejemplificativo de la opinión que le ofrece al autor de La broma infinita esta forma de viajar. Su crítica iba más allá de los cruceros: su objetivo era la cultura y la sociedad americana.

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