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Viaje a Alaska y Canadá 69. Fortress of the bear I.


 

La lluvia nos acompañaba con fidelidad y una fuerza acariciante, constante, sin permitir que nos olvidáramos de su suave presencia. Cuando bajamos del autobús nos encontramos a un amplio grupo de gente que esperaba para entrar en el refugio de osos.

Contemplar osos era una de las aspiraciones de todo buen visitante a Alaska. De apariencia pacífica y bonachona, la realidad es que los plantígrados podían ser tremendamente agresivos y peligrosos y sus ataques se solían saldar con importantes lesiones y secuelas o con la muerte. Por eso, contemplarlos en un ambiente de semi libertad era la mejor alternativa. No sabíamos cómo reaccionaríamos ante un encuentro casual en medio del bosque. Si nos encontráramos entre una osa y sus crías estaba claro que la madre defendería a sus oseznos incluso con su vida y a costa de la nuestra.



Semanas después de regresar del viaje volví a ver la película El renacido, protagonizada por Leonardo DiCaprio. Reflejaba la dureza de la vida de los tramperos, unos paisajes nevados preciosos que guardaban peligros salvajes, como el ataque de un oso en una de las escenas (antes habían sido atacados por los indios y el grupo al que servía como guía queda diezmado). Era brutal, muy real. La aparición de un osezno le pone en guardia. La madre entra en carrera y lo derriba, le clava sus garras y fauces, lo destroza. Aún así, sobrevive, algo milagros. Había que dar la razón al título de la película.

El territorio de estos animales había quedado reducido paulatinamente. Los osos se sentían asediados y acababan atacando a los humanos. Eso había causado un número mayor de crías que quedaban huérfanas y que hubieran muerto de inanición de no ser por esta iniciativa que se financiaba exclusivamente con donaciones y el precio de las entradas. Por eso, durante la pandemia habían sufrido enormemente la caída de visitantes, unos veinte mil en épocas normales.



El estado de Alaska carecía de un programa de rehabilitación para los cachorros. Sin esta ONG, el Departamento de Pesca y Ocio de Alaska se vería obligado a sacrificar a los animales. Mientras no se modificara la legislación vigente, no estaba permitido devolver a los animales a su hábitat natural. Algunos ejemplares habían sido enviados a lugares como el zoo del Bronx, el Montana Grizzli Encounter o el International Exotic Animal Sanctuary, en Boyd, Texas. La misión de esta institución que visitábamos era favorecer la protección y cuidado de los animales rescatados en un ambiente enriquecedor y educacional. Algo muy meritorio.

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