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Viaje a Alaska y Canadá 65. Desembarco en Sitka. La terminal y el muelle.


 

Los rusos llamaron inicialmente al lugar Angelicos, denominación que aún se percibía en algún establecimiento de la ciudad. El espíritu de los intrépidos rusos permanecía ejemplificado en la iglesia ortodoxa de San Miguel.

El desayuno se fue alargando y la llegada a puerto de nuestro crucero se completó. Comenté con Jesús que volveríamos a revivir esas maniobras al salir, por aquello de hacer fotos del lugar. Jesús advirtió que el cielo nuboso, aunque sin lluvia, se mantendría hasta poco después del mediodía. Después, empeoraría y la lluvia sería un compañero permanente. Así que mejor fotografiar en ese momento y grabar en la memoria todo lo que nos gustara e impresionara. Fue un sabio consejo porque se cumplieron sus previsiones.



El muelle y la terminal de cruceros estaban alejados de la ciudad. La terminal se componía de unas pocas tiendas, algún bar y restaurante y algunas casitas en los alrededores que estaban incrustadas en las montañas boscosas. Era un paisaje encajonado, precioso. Quizá los que habitaban esas hermosas casas de madera ocuparan su tiempo en trepar a las cimas de los picos agudos. Las nubes coqueteaban con ellos en cuanto se ponían de acuerdo para formar una masa algodonosa.

Buscamos en el muelle a quien coordinaba nuestra excursión, confirmamos el lugar de agrupación, entramos en una tienda, conseguimos internet y revisamos rápidamente los mensajes recibidos, mandé unos vídeos y unas fotos, busqué alguna imagen sugerente para poner los dientes largos a la familia y a los amigos.  Javier estuvo a punto de darnos un disgusto, ya que no encontraba el bono de la excursión. Poco después José Ramón localizó un documento que justificaba la contratación.

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