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Viaje a Alaska y Canadá 62. Ascenso y caída de la presencia rusa I.

 


Sitka no era una población tan pequeña como la que se asomaba en la serie. Su población era de unos 8.500 habitantes. Su distrito ocupaba 12.461,48 km2. Estaba situada en un extremo de la isla Baranov, en la costa oeste, que pertenecía al archipiélago Alexander, nombre asignado en honor al zar Alejandro II, que fue quien vendió Alaska a Estados Unidos. En el archipiélago encontrábamos también la isla Revillagigedo, perteneciente a Ketchikan. También había un canal Revillagigedo. El Conde de Revillagigedo fue el virrey de Nueva España (México) en aquellos tiempos de 1793 en que los españoles aún navegaban por estas tierras.

Los pobladores originarios fueron los tlingit. En su lengua, Sitka significaba “Gente de fuera de Shii”. Los primeros europeos que llegaron a este lugar fueron los españoles, en concreto, la expedición de Heceta y Bodega y Quadra. Bautizaron al monte Edgecumbe, en la vecina isla Kruzof, como monte San Jacinto y a Sitka Sound como la Ensenada del Susto. Sin embargo, la huella más profunda de los europeos la dejaron los rusos, que establecieron en ella su base para el comercio de pieles de toda la región.

En 1795, Alexander Baranov, gerente de la Compañía ruso-americana, alcanzó la isla en el buque Ekaterina que, posteriormente, llevaría su nombre. Consciente de las buenas condiciones que ofrecía, entregó una cantidad a los tlingit para asegurarse los derechos frente a otros competidores. Estableció un puesto en Castle Hill, su pequeño Kremlin, como lo denomina Reverte, y como Lord de Alaska dirigió los destinos de Sitka con diplomacia y autoridad. Fueron famosas sus fiestas en donde corría el alcohol con abundancia. Favoreció los matrimonios de europeos y mujeres nativas. Él mismo se casó con una, Anna, con la que tuvo dos hijos.

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