Al asomarme desde lo alto del
barco tuve la sensación de que navegábamos de forma animosa por aguas serenas y
seguras y que ningún peligro nos acechaba. Sin embargo, el Paso del Interior
era famoso por sus naufragios. Había devorado docenas de barcos que habían sido
sorprendidos por los súbitos remolinos, las traicioneras corrientes, los violentos
vientos y otras incertidumbres que súbitamente se confabulaban a favor de las
tragedias.
La primera parte de nuestro
avance desde Vancouver había transcurrido por el estrecho de George, entre la
costa continental de la Columbia Británica y la isla de Vancouver. Allí se
alojaban las islas Texada y Lasqueti. La primera debía su nombre a Félix de
Tejada, vicealmirante español. Había sido un importante enclave minero y
maderero hasta la década de 1950, en que decayó y se despobló. Estaba separada
del continente por el estrecho de Malaspina. El explorador José María Narváez,
en su expedición de 1791, había adjudicado la denominación a la otra isla por
José María Lasqueti, un prominente oficial de la Armada Española. Esta isla era
bastante alternativa.
No sabría situar muy bien
nuestra posición en un mapa, aunque habíamos salido del abrigo de la isla de
Vancouver y estábamos frente a la costa de la Columbia Británica. La niebla
impedía ver en algunos momentos las costas. Las nubes se estratificaban y
filtraban levemente una luz cansina, algo sucia, más propia de la nostalgia que
de la alegría. Creaba pocos adeptos entre el pasaje. El gris dominante marcaba
un ambiente peleado con el espíritu del crucero de alegría indiscriminada. La
gente estaba algo perdida al no poder disfrutar de los espacios abiertos de las
cubiertas, como la piscina descubierta, lugar habitual para las actividades en
día de navegación. Se habían desplazado al bar central, el de los ascensores,
donde habían empezado las clases de baile. Estuve tentado, pero no me convenció
el ambiente. Había una concentración especial de gente en el mini golf. Muchos
miraban con ojos tiernos los lugares donde en breve se ofrecería comida y bebida,
la pasión para las esperas largas.
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