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Viaje a Alaska y Canadá 52. El Paso del Interior y las islas Texada y Lasqueti.

 


Al asomarme desde lo alto del barco tuve la sensación de que navegábamos de forma animosa por aguas serenas y seguras y que ningún peligro nos acechaba. Sin embargo, el Paso del Interior era famoso por sus naufragios. Había devorado docenas de barcos que habían sido sorprendidos por los súbitos remolinos, las traicioneras corrientes, los violentos vientos y otras incertidumbres que súbitamente se confabulaban a favor de las tragedias.

La primera parte de nuestro avance desde Vancouver había transcurrido por el estrecho de George, entre la costa continental de la Columbia Británica y la isla de Vancouver. Allí se alojaban las islas Texada y Lasqueti. La primera debía su nombre a Félix de Tejada, vicealmirante español. Había sido un importante enclave minero y maderero hasta la década de 1950, en que decayó y se despobló. Estaba separada del continente por el estrecho de Malaspina. El explorador José María Narváez, en su expedición de 1791, había adjudicado la denominación a la otra isla por José María Lasqueti, un prominente oficial de la Armada Española. Esta isla era bastante alternativa.

No sabría situar muy bien nuestra posición en un mapa, aunque habíamos salido del abrigo de la isla de Vancouver y estábamos frente a la costa de la Columbia Británica. La niebla impedía ver en algunos momentos las costas. Las nubes se estratificaban y filtraban levemente una luz cansina, algo sucia, más propia de la nostalgia que de la alegría. Creaba pocos adeptos entre el pasaje. El gris dominante marcaba un ambiente peleado con el espíritu del crucero de alegría indiscriminada. La gente estaba algo perdida al no poder disfrutar de los espacios abiertos de las cubiertas, como la piscina descubierta, lugar habitual para las actividades en día de navegación. Se habían desplazado al bar central, el de los ascensores, donde habían empezado las clases de baile. Estuve tentado, pero no me convenció el ambiente. Había una concentración especial de gente en el mini golf. Muchos miraban con ojos tiernos los lugares donde en breve se ofrecería comida y bebida, la pasión para las esperas largas.

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