El barco empezó a moverse, con
lo que salimos a las cubiertas superiores. Tras separarse del muelle daba
marcha atrás y se orientaba hacia el puente Lion’s Gate. Desde la altura del
barco la panorámica sobre el skyline del Distrito Financiero era
bastante privilegiada, a pesar del fuerte contraluz por la fuerza del sol que
cegaba en esa dirección. En muchas ocasiones impedía ver la pantalla del móvil
para hacer buenas fotos o vídeos.
El sol intenso fue como una
llamada a los pasajeros para que disfrutaran de las piscinas, repletas de
cuerpos no siempre sometidos a dietas sanas. Hubo gente que parecía haber
trasladado su domicilio a los jacuzzis. A cualquier hora estaban allí, a
remojo, sonrientes y con una copa en la mano. Parecía que hubieran tomado
posesión en nombre del gobierno de su país y no estuvieran dispuestos a ceder
esa soberanía sin el empleo de la violencia.
La gente de los cruceros arranca
con toda la ilusión del mundo. En muchos casos, estas son las vacaciones
soñadas que no han podido disfrutar durante varias temporadas. Es el motivo de
una reunión familiar, de un aniversario, es el premio a una buena labor
profesional. La navegación calma esos primeros efluvios de felicidad y puede
sumir al personal en un soberano aburrimiento, por muchas actividades que se
programen. La organización del crucero es muy consciente de ello y apelará al
sentido del deber del pasajero, a su deber de felicidad a ultranza. No ser
feliz en un crucero es casi una traición. Además, está prohibido pensar en que
vas a hacer el ridículo. Esa palabra no existe en un crucero, os lo aseguro. Toda
la tripulación se implicará activamente, con un servicio impecable, casi
agobiante, siempre pendiente del cliente para que éste se lo pase bien,
disfrute, quede encantado y sea la mejor publicidad de la empresa y sueñe con
volver a embarcarse incluso antes de haber regresado. Para ello, el pasajero
tiene la obligación de comer y beber a lo bestia durante todo el crucero. La
satisfacción se medirá por los kilos ganados y los centímetros de cintura (o
nalgas) aumentados. Siempre ha de tener cerca un plato y un vaso, una copa o un
recipiente. Los que han pagado el suplemento por bebidas vienen a ser retados a
amortizarlo y estar pedo todo el tiempo.
Buenos ejemplares de esa
filosofía habían iniciado sus andanzas sin demora.
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