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Viaje a Alaska y Canadá 29. Emily Carr: una mujer para la llegada de las vanguardias.

 


Cruzamos al otro lado de la calle. Un músico oriental nos deleitó con su sencillo instrumento mientras Kim nos acercaba hasta una estatua de una mujer a la que acompañaba un mono sobre su hombro derecho y un perro a sus pies. Con su mano derecha escribía sobre un cuaderno. Era Emily Carr acompañada de sus inseparables Woo, el mono, y Billie, su perro.

Carr nació en Victoria en 1871. Su familia debió de ser adinerada porque entre 1889 y 1895 estudió en San Francisco. En 1899 se trasladó a Inglaterra para pulir su estilo. Ya había dado signos claros de su talento. En 1910 se trasladó a París y entró en contacto con el arte de los fauvistas, que aportarán colorismo a su obra. Pero no tuvo éxito en Europa y decidió regresar a Victoria.

En 1899 realizó un viaje que marcó su trayectoria. El pueblo nativo de Ucluelet abrirá su mente al mundo aborigen, a los tótems, a su arte. Será una de sus principales fuentes inspiradoras. La otra será la influencia de las vanguardias europeas que trasladará a un Canadá anclado en los retratos y paisajes convencionales. Captará el espíritu de Canadá, de sus pobladores originarios y su naturaleza, y lo dotará de un estilo moderno.

No fue hasta 1927, con una exposición en el este de Canadá, cuando atrajo al gran público. En 1920 había entrado en contacto con miembros del Group of Seven, que la invitaron a participar en la exposición Canadian West Coast Art, Native and Modern, en la National Gallery of Canada. Sin la ayuda de este grupo artístico su arte hubiera permanecido ignorado.

En 1939 empezaron sus problemas de salud, lo que la llevó a dedicarse a escribir. Con su libro Klee Wyck ganó el premio Governor General. El título era el nombre que le habían otorgado los aborígenes y que significaba “la que ríe”. Publicó otros libros de gran éxito.

Falleció en Victoria en 1945.

Kim destacó su lado más feminista y combativo, ajeno al conservadurismo imperante en la sociedad canadiense.

Para entrar en contacto con su legado lo mejor era visitar la Art Gallery of Greater Victoria y su casa natal, no muy lejos de donde nos encontrábamos. Un legado de singularidad, de avanzada en el tiempo, de cierta incomprensión de la sociedad con la que le tocó vivir. Un espíritu canadiense libre y con múltiples matices.

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