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Viaje a Alaska y Canadá 22. Kitsilano y una triste historia.

 


Museo de América de Madrid

Tomamos Granville Street, cruzamos la isla del mismo nombre por un puente art déco con el escudo de armas de Vancouver en el centro y nos dirigimos dirección sur por unos barrios que hubiera sido difícil que hubiéramos visitado al llevar muy ajustado nuestro itinerario. Eran barrios esencialmente residenciales. El favorito de nuestra conductora era Kitsilano, que tomaba su nombre de un jefe aborigen. Era un barrio animado, con buenas tiendas y restaurantes. En Wikipedia destacaban su enorme piscina de agua salada y sus vistas sobre las montañas. Al oeste estaba Spanish Banks Beach, reminiscencia española. Sin embargo, lo que me llamó la atención fue una historia sobre el ilegitimo desplazamiento de sus pobladores indígenas ocurrido a principios del siglo XX.

Una reforma de la Ley India de 1911 permitía arrebatar sin consentimiento las tierras de una reserva colindante o parcial o totalmente dentro de una ciudad o población con más de ocho mil habitantes. Se exigía la recomendación del Superintendente General y que fuera en interés público. Tanto el Gobierno Provincial como el Federal se pusieron manos a la obra ya que las reservas iban contra el progreso, el crecimiento de las ciudades y las posibilidades de atraer negocio.

Los squamish cedieron sus tierras en 1946 y parte de la tierra expropiada fue utilizada por la Canadian Pacific Railway. La intentaron vender en la década de 1980, a pesar del compromiso que existía de devolver el control de las tierras a sus propietarios indígenas. El asunto acabó en los tribunales, que dieron la razón a los squamish, que fueron recolocados, igual que la nación musqueam, en la zona.

La verdad es que vi con otros ojos aquel hermoso barrio.

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