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Viaje a Alaska y Canadá 19. Árboles, aves y playas al atardecer.


 

Continuamos por el Seawall en su cara norte. Admiramos los barrios norte y oeste de Vancouver. Se perfilaba el puente Lion’s Gate que comunicaba el Downtown con esos barrios al otro lado de la ensenada.

José Ramón, Javier y Jesús, como buenos entendidos en botánica, se entretenían debatiendo sobre el tipo de árboles y arbustos. Yo entiendo poco, por lo que busqué referencias y supe que las coníferas más abundantes eran el abeto de Douglas, los cedros rojos (la tuya gigante), la tsuga y la picea. También debía haber arces y arces europeos, que se diferencian por las hojas. Las de los arces canadienses aparecían en la bandera canadiense.



La otra distracción eran las aves, algunas más confiadas que otras, unas nadando sobre la superficie del mar, otras pescando o volando en la plácida tarde. Alguna ardilla se deslizó ante nuestra vista. Ni rastro de coyotes u otros mamíferos.

La sirenita que observábamos sobre una roca, y que era realmente una chica con traje de buceo, simbolizaba la dependencia del mar. Me entretuve haciendo fotos y jugando con su posición para que protagonizara algunas imágenes con el paisaje urbano de fondo.



Desde el puente el flujo de gente decrecía considerablemente. Aún había ciclistas, pocos caminantes. El sol iniciaba su descenso y alumbraba a los cruceros en formación que se iban perdiendo en el horizonte. Apareció Siwash Rock, una peña aislada cerca de los acantilados que coronaba un solitario árbol. Desprendía soledad y melancolía.



English Bay, al oeste de la península, formaba varias playas estrechas y alargadas que reunían a la población local deseosa de poner sus cuerpos al sol y disfrutar del buen tiempo. Second y Third Beach eran muy populares. Más allá aparecían nuevamente los rascacielos, la ciudad moderna. Nos quedamos observando ese contraste.

El atardecer diluyó las tintas del cielo.

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