Para los aficionados a la
literatura y a la poesía (no sólo para ellos, por supuesto) reservamos la
figura de Manuel María Barbosa de Bocage, simplemente Bocage para los amigos y
conocidos del gremio, nacido en la ciudad el 15 de septiembre de 1765, un
personaje controvertido y apasionante que influirá posteriormente en
generaciones de escritores del país.
Aunque su familia era acomodada,
su infancia fue difícil. A los seis años su padre fue encarcelado por deudas.
Permanecerá en prisión seis años. A los diez, pierde a su madre. Con catorce,
abandonará la escuela y se enrolará en el Séptimo Regimiento de Infantería de
la ciudad. La fortuna le será esquiva toda su vida:
Lejos de mí, fortuna, déjame ora
con la indigencia misma luchando,
esas tus vanaglorias no las quiero,
no quiero tus favores.
En 1783 se enroló en la Marina. Otro guerrero, viajero y humanista, como Camoens. Permaneció en Lisboa durante los siguientes años formándose como oficial en la Academia Real y dedicado a las aventuras amorosas y las juergas. Se embarcó como oficial rumbo a la India en 1786. Quizá ello le inspirara su poema Despedida:
Auséntome de ti, ¡paterno Sado!
mansa corriente, deleitosa, amena,
en cuya playa el nombre de Filena
he mil veces escrito y mil besado.
No me verás, en medio a mi ganado,
tañer más la amorosa y blanda avena
a cuyo susurrar ibas, serena,
a confundirte con el mar salado.
Debo blandir, por orden de la suerte,
cayados no: mortíferos alfanjes
en los campos de Marte, altivo y fuerte.
Y tal vez, entre impávidas falanges
haga testigos de mi propia muerte
a las riberas que humedece el Ganges.
Fue destinado a Damão y desertó
embarcándose para Macao. Sorprendentemente, no fue castigado a su regreso a
Lisboa en 1790. Allí se enamorará de la mujer de su hermano.
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