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Descubriendo Portugal 151. Famosos de Setúbal: Luisa Todi

 


Setúbal ha sido la cuna de varios personajes importantes en diversas épocas. Quizá el más conocido en la actualidad sea el entrenador de fútbol José Mouriño, que lo ha sido de clubes como Oporto, Chelsea, Inter de Milán, Real Madrid, Manchester United, Roma… Siempre polémico, es evidente que ha dejado su impronta allá donde ha ido. A nadie deja indiferente con su lengua ácida y sus declaraciones que ningún periodista ni aficionado al fútbol se quiere perder. Desconozco si llegó a jugar en el estadio local, Bonfim, que curiosamente tiene adosado a sus muros una pequeña iglesia. La intercesión divina siempre es buena para ganar partidos.

Luisa Rosa de Aguiar Todi, más conocida como Luisa Todi, nació el 9 de enero de 1753 en esta ciudad. Su padre era un compositor que trabajó para el teatro Bairro Alto de Lisboa. Desde muy joven destacó por sus cualidades de mezzosoprano, voz potente y rica, y gran talento dramático, según varias fuentes. Su dicción era impecable en varios idiomas. Además, era una mujer muy atractiva.

Se casó joven con el violinista italiano Francesco Saverio Todi, del que adoptó el apellido. Hasta 1777 desarrolló su carrera en Portugal. En aquel año hizo su debut internacional en el King´s Theater de Londres. En algunas fuentes aparece esa misma fecha como la del inicio de su fama al interpretar la ópera Olimpiade, de Paisiello, en Madrid. Mi opinión es que ese dato es erróneo.

Su principal centro de interpretación fue París, donde contó con la competencia legendaria de la cantante alemana Gertrude Elizabeth Mará, con encendidos enfrentamientos entre sus partidarios. También mantuvo una fuerte rivalidad con la italiana Brígida Banti-Giorgi, favorita de la duquesa de Alba. Porque la Todi actuó en España entre 1792 y 1796 en el teatro de los Caños del Peral. En la temporada 1794-95 cobró la exorbitante cantidad de 120.000 reales. Previamente, había actuado y vivido en Rusia entre 1784 y 1788. La emperatriz Catalina la adoraba y le regaló joyas de gran valor. Se carteaba con la condesa de Benavente, de la que se conservan dieciocho cartas sobre sus contratos y el canto. Se la sorteaban en todos los grandes teatros de ópera y en las cortes europeas.

La invasión de las tropas napoleónicas la sufrió en 1809, en Oporto. Trató de escapar, perdió sus joyas y fue encarcelada. Se salvó gracias a la intervención del general Soult, que la protegió, quizás por ser uno de aquellos fervorosos admiradores.

Sus últimos años fueron difíciles. Los problemas de visión que arrastraba le causaron la ceguera a partir de 1823. Murió en Lisboa el 1 de octubre de 1833. En una de las fuentes consultadas indican que murió rica, lo que no era habitual en ese gremio, y que su fortuna al morir sería de un millón de francos y numerosas joyas y regalos de sus ricos admiradores. Contrasta con la pérdida de las joyas que indicaba durante la invasión napoleónica.

La avenida principal, el Fórum Municipal y un concurso nacional de canto llevaban su nombre. Quien quiera rendirle homenaje puede acercarse a su monumento en la ciudad, como hicimos Jose y yo. Aunque no seamos grandes aficionados a la ópera.

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