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Descubriendo Portugal 135. De Arrabida a Setúbal.

 


Se empezaba a hacer tarde para comer y nos temimos que todo estuviera lleno. Renunciamos a continuar hasta Sesimbra (con su castillo) y el cabo Espichel y buscamos la carretera para ir al Portinho (una uña de arena, un arco de luna caído en tiempos de más próxima vecindad, nos lega Saramago), donde imaginábamos habría algún restaurante. Antes de llegar al desvío volvimos a encontrarnos con coches a ambos lados, peregrinos de domingo hacia la playa y un agente que nos animó a largarnos si no encontrábamos sitio en el aparcamiento.

De esta forma, procuramos salir de la zona para buscar algo en el interior rumbo a Setúbal. La sed hacía presencia y esta vez no habíamos tenido la prevención de cargar una botella. En silencio, salimos de allí.

Cuando ya perdíamos la esperanza de encontrar un bar, en el interior, casi desierto, encontramos uno. Pedimos una botella de agua de litro y medio y dos aquarius y nos los bebimos al instante. El bar era cutre, por lo que renunciamos a comer allí.

Tres cuartos de hora después estábamos en el hotel Arangues, algo alejado del centro. Era de toda la vida. Desgraciadamente, la piscina cubierta estaba cerrada por el covid. Bajando una calle encontramos una cafetería y tomamos un hojaldre y un refresco. Repusimos el ánimo.

Descansamos del calor y la decepción hasta que el sol nos dio un poco de tregua.

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