Nuestro pesar duró muy poco, ya
que la ruta por la montaña era mucho menos popular. El tráfico era muy asumible
y el premio eran unas vistas alucinantes sobre la península de Troia y sus
arenales. Periódicamente, se abrían pequeños miradores sin señalizar, lo que
podría implicar algún peligro para la conducción, desde donde la combinación de
mar, sierra y ciudad al fondo era inigualable.
Aquellos elevados puntos de
visión permitían abarcar toda la zona, desde la masa urbana de Setúbal y su
puerto hasta el extremo de la península. Al frente, estaba la larga y estrecha
península de Troia con sus largas playas de arena blanca. Lo más llamativo eran
los arcos de arena en el mar, acumulaciones que dejaban pequeños pasos para las
embarcaciones, bastante abundantes. Eran singulares islotes que reverberaban
sobre el azul turquesa en un contraste vivo y sublime. Lo más adecuado era
alquilar una embarcación y saltar de uno a otro. Desde esas alturas sentimos el
sosiego como un abrazo amigo.
En el extremo norte de la
península se alzaban cuatro bloques que rompían con la línea horizontal. Más
allá, en el horizonte, aparecía la zona industrial de Setúbal. La entrada al puerto
era por el canal que dejaban los bajos de arena. Los cargueros esperaban en el
interior de la bahía.
Playas y calas se abrían entre
las montañas y eran conquistadas por los bañistas. Montones de puntitos se
habían depositado en ellas. Eran los afortunados que habían conseguido aparcar
o habían acudido en transporte público, como aconsejaba el ayuntamiento. El mar
estaba como un plato, como si descansara de pasados bríos, como si quisiera
ceder protagonismo, como si hubiera comulgado con el sosiego.
Saramago consideraba a esta
sierra como masculina y nos regalaba una hermosa comparación con la de Sintra:
Después
de no haber intentado siquiera describir la sierra de Sintra, el viajero no va
a caer ahora en la tentación de describir la Arrábida. Esta sierra es
masculina, mientras que la de Sintra es femenina. Si Sintra es el paraíso antes
del pecado original, la Arrábida lo es más dramáticamente. Aquí ya Adán se
juntó a Eva, y el momento en que esta sierra se muestra es el que antecede al
gran rayo divino y a la fulminación del Ángel. El animal tentador, que en el
paraíso bíblico fue la serpiente y en Sintra sería el andarríos, en la Arrábida
tomaría la figura del lobo.
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