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Descubriendo Portugal 133. La sierra de Arrabida o la figura del lobo.

 


Nuestro pesar duró muy poco, ya que la ruta por la montaña era mucho menos popular. El tráfico era muy asumible y el premio eran unas vistas alucinantes sobre la península de Troia y sus arenales. Periódicamente, se abrían pequeños miradores sin señalizar, lo que podría implicar algún peligro para la conducción, desde donde la combinación de mar, sierra y ciudad al fondo era inigualable.

Aquellos elevados puntos de visión permitían abarcar toda la zona, desde la masa urbana de Setúbal y su puerto hasta el extremo de la península. Al frente, estaba la larga y estrecha península de Troia con sus largas playas de arena blanca. Lo más llamativo eran los arcos de arena en el mar, acumulaciones que dejaban pequeños pasos para las embarcaciones, bastante abundantes. Eran singulares islotes que reverberaban sobre el azul turquesa en un contraste vivo y sublime. Lo más adecuado era alquilar una embarcación y saltar de uno a otro. Desde esas alturas sentimos el sosiego como un abrazo amigo.



En el extremo norte de la península se alzaban cuatro bloques que rompían con la línea horizontal. Más allá, en el horizonte, aparecía la zona industrial de Setúbal. La entrada al puerto era por el canal que dejaban los bajos de arena. Los cargueros esperaban en el interior de la bahía.

Playas y calas se abrían entre las montañas y eran conquistadas por los bañistas. Montones de puntitos se habían depositado en ellas. Eran los afortunados que habían conseguido aparcar o habían acudido en transporte público, como aconsejaba el ayuntamiento. El mar estaba como un plato, como si descansara de pasados bríos, como si quisiera ceder protagonismo, como si hubiera comulgado con el sosiego.

Saramago consideraba a esta sierra como masculina y nos regalaba una hermosa comparación con la de Sintra:

Después de no haber intentado siquiera describir la sierra de Sintra, el viajero no va a caer ahora en la tentación de describir la Arrábida. Esta sierra es masculina, mientras que la de Sintra es femenina. Si Sintra es el paraíso antes del pecado original, la Arrábida lo es más dramáticamente. Aquí ya Adán se juntó a Eva, y el momento en que esta sierra se muestra es el que antecede al gran rayo divino y a la fulminación del Ángel. El animal tentador, que en el paraíso bíblico fue la serpiente y en Sintra sería el andarríos, en la Arrábida tomaría la figura del lobo.

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