El salón del Trono era
impresionante. La luz potente de agosto se reflejaba en los espejos y le daba
mayor viveza. Las poderosas lámparas de cristal encendidas carecían de sentido.
Pasamos revista a los reyes que lo presidieron. Recordamos con cariño a María
I, que fue inhabilitada como reina por su locura, a Juan VI:
Pusilánime,
tristón y feo…Era blando, miedoso, panzudo, con las piernas cortas y gruesas
como muchos de los Braganza. Nada de belleza viril, de coraje, de autoridad, de
espíritu de decisión…Aborrecía tomar decisiones, incluida la de ser severo con
uno de sus hijos. De joven, las decisiones las habían tomado otros por él.
La sala fue utilizada
esencialmente para grandes recepciones, como salón de baile, teatro o para
alguno de los bautizos reales.
La sala de Música era más
sencilla, amplia y presidida por un piano. No había demasiados objetos, tan
solo las arañas, espejos, un retrato cortesano. Cada sala era explicada en unos
pequeños carteles. Para seguir con éxito el recorrido me ayudé de un plano que
encontré en internet y las descripciones de www.planetadunia.com. No
obstante, la estructura era muy similar a la de otros recintos palaciegos.
La capilla era lujosa, con un
vistoso coro en alto. Las paredes imitaban el mármol y el lapislázuli. El altar
mayor lo presidía una imagen de la Inmaculada Concepción, patrona de Queluz. Se
utilizaba en ocasiones para conciertos de música. Su carácter intimista
favorecía esas veladas.
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