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Descubriendo Portugal 117. El monasterio de los Jerónimos.


 

Ningún monumento representa mejor la exaltación de la grandeza que siguió a los Descubrimientos como el monasterio de los Jerónimos en Belén. Al situarse frente a su costado sur, el que da al Tajo, volvimos a enfrentarnos a la inmensidad vivida en Batalha o Tomar.

El primer arquitecto fue Diogo de Boitaca, pero su proyecto no llegó a ejecutarse. Le sustituyó el cántabro Juan de Castilla, que ya interviniera en los dos monasterios mencionados y visitados, y en Alcobaça o la capilla mayor de la catedral de Braga. Acumulaba intervenciones en lugares clasificados posteriormente como Patrimonio de la Humanidad. El estilo elegido fue el manuelino, que aquí se consagraba en toda su intensidad.



El monasterio fue fundado en 1501 sobre la antigua ermita de Restelo, a su vez fundada por Enrique el Navegante. Aquí rezaron Vasco de Gama y su tripulación la noche anterior a su partida hacia la India, lo que reforzaba el simbolismo de su emplazamiento.

Para su financiación se utilizó el 5 por ciento de los impuestos obtenidos de las especias orientales, a excepción de la pimienta, la canela y el clavo, que iban a la Corona. El rey Manuel I trasladó recursos implicados en el monasterio de Batalha a este proyecto. Con Felipe II, tras la incorporación de Portugal a España, parte de esos recursos se destinarían a El Escorial. En la entrada occidental, con dos torres, obra de Nicolás Chanterenne, aparecían en dos nichos las figuras de Manuel I y la reina María protegidos por San Juan Bautista y San Jerónimo.

Sin duda, la portada más espectacular era la meridional, plagada de figuras que acompañaban a la Virgen, situada en el lugar más destacado.

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