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Descubriendo Portugal 115. Del final de la Reconquista a la navegación oceánica III.


 

La idea de los portugueses no era realizar grandes conquistas, las cuales no hubieran podido retener. Su objetivo fue consolidar posiciones que les permitieran o facilitaran la navegación hacia Oriente, hacia las preciadas especias. Para ello, fueron creando factorías o pequeñas colonias, al estilo de los fenicios, puntos de comercio y especialmente de abastecimiento y reparación. Ese sería el origen de sus posesiones en África que mantuvieron hasta 1974 con la descolonización de Angola y Mozambique tras la Revolución de los Claveles.

Parece ser que la primera factoría consistió en un fuerte en la isla o bahía de Arguim, que en 1443 descubrió Nuño Tristán. Este y otros puntos de referencia ayudaron a otros exploradores en su imparable avance. Dinís Díaz alcanzó el río Senegal y Guinea en 1444 y Álvaro Fernández, en 1446, Sierra Leona. Luís de Cadamosto y el genovés Diego Gómez descubrieron Gambia en 1457. Diego Gómez, Cabo Verde en 1460. Ese año, el 13 de noviembre, moría en Sagres el príncipe Enrique.

Entre 1444 y 1446 salieron unas cuarenta embarcaciones de Lagos, en el Algarve. La empresa atlántica y africana fue posible gracias a las mejoras técnicas en barcos e instrumentos. La carabela fue el navío por antonomasia. Al contemplarlas ahora nos parece una empresa de locos o iluminados adentrarse en tan terribles aguas con esos barcos. Evidentemente, muchos fueron el tributo que el océano exigió por permitir su paso. Así nos lo transmite Pessoa en Mar portugués, en Mensaje:

¡Oh, mar salado, cuánta de tu sal

son lágrimas de Portugal!

¡Por cruzarte cuántas madres lloraron,

cuántos hijos en vano rezaron!

¡Cuántas novias quedaron por casar

para que fueses nuestro, oh mar!

 

Y así se llega a dos de las grandes hazañas o hitos de la navegación: el paso del Cabo de Buena Esperanza (de las Tormentas, hasta que el Papa decidió su nombre actual) por Bartolomé Díaz, en 1487, y la llegada a la India de Vasco de Gama en su viaje de 1497-1499.

Javier Reverte en su libro Dios, el diablo y la aventura nos describe la situación del Índico durante aquellas décadas a caballo de los siglos XV y XVI:

Cuando los portugueses llegaron, los señores del Índico eran barcos árabes e indios, pertenecientes a mercaderes o a soberanos de pequeños reinos, rivalizando con una buena cantidad de flotillas piratas y de buques dedicados al tráfico de esclavos.

Zanzíbar, en la actual Tanzania, era uno de los grandes mercados de esclavos, una mercancía siempre bien apreciada para el intercambio de productos de alto nivel, como la seda o las especias.

Reverte califica el Índico como un mar de guerra y de pillaje, algo que practicaron los portugueses en sus expediciones, como la razzia de Vasco de Gama en 1498 en Mozambique. Ese clima hostil dio lugar a la construcción de un fuerte para proteger la costa y aprovisionar las naves y a la fundación de Lourenzo Marqués, actual Maputo, la capital del país.

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