La primera gran conquista tuvo
lugar en 1417 con la toma de Ceuta, importante plaza comercial y uno de los
puertos que dominaba el acceso al Mediterráneo. En 1418 Bartolomé Peres
descubre la isla de Porto Santo y en 1419 Juan Gonzalves Zarco y Tristán Vaz
Tejeira descubren Madeira. Para contextualizar, la conquista de Canarias por
Betancourt se inicia en 1402, con la toma de Lanzarote y Fuerteventura. Las
islas no se incorporarían a la corona de Castilla hasta 1478 con el tratado de
Alcáçovas-Toledo que dejaba en favor de Portugal Madeira, Azores y Cabo Verde y
el monopolio del comercio con el resto de África Occidental, poniendo fin a sus
disputas sobre las posesiones atlánticas. Los portugueses llegan a las Azores
en 1432.
Se consideraba como el límite
del mundo conocido y accesible el cabo Bojador, al sur de las Canarias, y en el
norte del Sáhara Occidental (que quedó en favor de Castilla en el tratado). Más
allá se creía que el océano estaba habitado por temibles monstruos marinos que
causaban naufragios y devoraban a los marinos. Provocaba un miedo irracional.
Realmente, los vientos más cercanos a la costa impulsaban sin remedio hacia el
sur, sin posibilidades de retorno y la escasa profundidad de la costa (a 5
kilómetros podría ser de solo 2 metros) provocaba que los navíos embarrancaran.
Sin embargo, al alejarse de la
costa las velas se beneficiaban de los alisios, vientos más propicios. Superar
aquella barrera náutica, pero especialmente psicológica, fue la labor de Gil de
Eanes, hombre de confianza del príncipe. Lo consiguió en su primer viaje de
1434. La mascota de la Expo 98 se llamó Gil en honor de este navegante.
Mientras tanto, Juan I moría en
1433 y ascendía al trono Eduardo I, que le concedió un quinto de los beneficios
comerciales de las tierras descubiertas. Estas concesiones fueron ratificadas
por los sucesivos monarcas gracias a la habilidad de Enrique para elegir el
bando adecuado. Enrique las cedió a la Orden de Cristo, de ahí que su cruz
estuviera en los barcos portugueses.
La suerte de nuestro príncipe
quedó truncada temporalmente por la fracasada conquista de Tánger. En ella fue
capturado su hermano pequeño, Fernando, quien estuvo encerrado seis años y no
recuperaría la libertad. Los benimerines pedían la devolución de Ceuta a cambio
de su libertad. Murió en cautiverio. Aquello dejó tocado su prestigio.
Sin embargo, el avance por la
costa oeste de África era irremisible y en 1441 alcanzaron el cabo Blanco y
llevaron a Portugal a los primeros esclavos negros. Ese tráfico fue
especialmente fructífero en décadas posteriores y especialmente en el siglo XVI
con la necesidad de mano de obra en América. A comerciantes portugueses se les
concedió esta patente por el rey de Castilla, actividad en la que
posteriormente contaron con la dura competencia de holandeses y británicos.
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