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Descubriendo Portugal 107. Esencias en miradores.


 

Lisboa es una ciudad de miradores. Su orografía se presta a ello. De una colina a otra siempre captarás un lugar desde donde la contemplación es sugerente. Los miradores son inspiradores, muchos son lugares de intimidad e introspección. Otros están más animados, aunque nunca llegan a estar masificados. Dios nos libre, porque entonces perderían su encanto y arruinarían la percepción de la ciudad. Un buen sistema para recorrer la ciudad es crear la siguiente etapa desde cada mirador. Lo que nos atrae merecerá nuestra visita.

Más allá de la arquitectura que se contempla nos enseñan una parte del alma de la ciudad y de sus habitantes: una madre con niños pequeños, una pareja, unos amigos, alguien solitario que rumia sus pensamientos, turistas y viajeros a quienes les han filtrado el secreto. Son el elemento humano de ese microcosmos urbano.

Desde ellos adoras una ciudad que es un fado de piedra. Dicen que Lisboa es como una mujer madura que aún retiene el esplendor y la belleza que antaño tuvo. Porque fue cabeza de un imperio y eso siempre deja un poso monumental.



Son tantos que habría que permanecer muchos días para deleitarse con ellos. Exigen un tiempo de maduración, dejar que te impregnen el espíritu. Quizá por ello, en aquel viaje con Jose y Carlos de hace una década, antes de regresar a casa, subimos en coche por las callejuelas hasta los miradores de Santa Lucía y Graça. En el estanque frente a la iglesia de Santa Lucía recuerdo cómo unos niños se ponían perdidos de agua mientras jugaban. Por supuesto, la madre les echaba una reprimenda entrañablemente dura. Al atardecer, los enamorados se hacían confidencias cogidos de las manos y contemplaban una vista que acaramelaba a cualquiera. Lo hacían enfrentados en los bancos, dejando que el sol fuera lo único que se inmiscuyera entre ambos. Recuerdo sus hermosos azulejos.

Si alguien me preguntara por mi favorito me pondría en un aprieto. Me he encariñado con ellos y cada uno tiene su hueco en el corazón. El del Castillo es amplio y lleva la mirada hasta la otra orilla del estuario. Graça permite una visión de costado, internarse más en la ciudad, tomar algo, entrar a ver la imagen del Senhor dos Passos en la iglesia del convento. El parque Eduardo VII y la avenida Liberdade quedan más cerca. Resulta que el nombre oficial es Mirador Sophía de Mello Breyner Andersen, poeta nacida en 1919 y fallecida en 2004. A ella se debe la frase “todas las ciudades son navíos”.

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