Al preparar el itinerario del
viaje establecimos un día para visitar los alrededores de Lisboa. La decisión
era complicada ya que son abundantes e interesantes. La lista de consejos
recibidos era bastante larga.
El primer descarte fue para las
ciudades de Estoril y Cascáis. No es que les tuviéramos manía, simplemente es
que ya los habíamos visitado en aquel viaje de 2011. En aquella ocasión, mi
sobrino Carlos nos propuso acudir al Gran Premio de Estoril de Moto GP. Nos
perdimos parte de la primera carrera, pero disfrutamos como buenos aficionados.
Comimos en un centro comercial y después visitamos Estoril. No había estado
antes. Nos encantaron las mansiones, el ambiente entre sofisticado y tranquilo,
entramos en el casino y continuamos hacia Cascáis.
Es curioso que he estado varias
veces en Cascáis y no he visitado los lugares que propone la guía, como el
Palacio de la Ciudadela, la Casa das Historias Paula Rego o el Museo Condes de
Castro Guimaraes, en el parque Marechal Carmona. Siempre he dado un paseo por
sus calles, que me han encantado, he contemplado sus playas y me he acercado a
los acantilados donde se encuentra la Boca del Infierno. Ese mismo plan
hicimos, salvo los acantilados, en aquella ocasión. Un par de veces he dormido
en la ciudad, varias veces he comido o cenado, siempre con gran satisfacción, y
me he quedado con la impresión de que me faltaba mucho por conocer. Entre otras
cosas, profundizar en esas mansiones y palacetes que habitaron aristócratas y
miembros de la realeza y que ahora son refugio de gente de poderío económico.
Aconsejo Estoril y Cascáis.
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