Quinta da Regaleira debió abrir
sus puertas una década antes, quizá algo más. En enero de 2012 era una novedad
que había captado alguno de mis compañeros de viaje. Me pregunto si habrá otras
quintas similares entre los árboles de la sierra y que permanecen ocultas por
el celo de sus dueños. Esta quinta es especial y no es de extrañar su gran
éxito entre los visitantes. Eso se traduce, por desgracia, en largas colas.
Efectivamente, estaba muy cerca,
como nos informaron en el Palacio Nacional y nos corroboraron los policías a
los que preguntamos. Aunque hubiéramos agradecido un camino más largo para
disfrutar de los muchos atractivos que jalonan cualquier recorrido en Sintra.
No encontré demasiado sobre Antonio
Augusto Carvalho Monteiro, “Monteiro el de los Millones”, al realizar una
primera búsqueda. Nació en Río de Janeiro en 1848 en el seno de una familia de
origen portugués de gran fortuna. A los trece años se trasladó la familia a
Portugal. Antonio estudió derecho y varias asignaturas de filosofía natural en
la universidad de Coimbra.
Aumentó la fortuna familiar con
el comercio del café y las piedras preciosas. No podemos hablar de un
millonario que se dedicara a dilapidar su fortuna, de un excéntrico. En contra
de esa opinión, se trataba de un hombre culto, que hablaba varios idiomas y que
fue miembro de las más importantes sociedades científicas portuguesas y
europeas. Era un gran entomólogo y poseía la segunda mayor colección de
lepidópteros del mundo, tras la del barón Walther de Rothschild. Era un gran
coleccionista y bibliófilo, con especial pasión por Camoens. Recitaba de
memoria Los Lusiadas. Su obra influyó en la decoración de la quinta.
También utilizó su dinero con fines altruistas.
Otro aspecto destacado de su
biografía es su pertenencia a la Masonería, a la Orden del Temple y a los
Rosacruces. Todo ese caudal iniciático es fácil de comprobar en la quinta.
La finca recibió su nombre de la
baronesa da Regaleira, quien vendió la propiedad, aunque en el artículo de
National Geographic consultado se dice que fue comprada en pública subasta en
1893. Posteriormente, compró otros terrenos adyacentes. La edificación se
prolongó hasta 1910, quizá iniciada en 1904.
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