Nuestra última visita del día
nos llevó a un hermoso monumento asociado a una dolorosa derrota de las tropas castellanas:
el monasterio de Santa María da Vitoria, más conocido como el monasterio de Batalha.
A lo largo de la Edad Media
fueron constantes los enfrentamientos entre los diversos reinos peninsulares
que se movían entre las batallas y los pactos matrimoniales que, en ocasiones,
determinaban cuestiones sucesorias o de legitimación que eran aprovechadas por
la nobleza y el clero para mejorar sus posiciones, privilegios y posesiones. En
este contexto nos trasladamos años antes de la decisiva batalla de Aljubarrota.
La rivalidad y los
enfrentamientos entre Portugal y Castilla (y anteriormente con León) se habían
sucedido desde 1369 y no concluirían hasta la paz definitiva firmada con el
tratado de Badajoz de 1411 (no hay que confundirlo con otro anterior firmado en
la misma ciudad en 1382). Se puede apreciar la magnitud del conflicto y lo
enquistado que estuvo durante décadas, porque constituyó una de las
ramificaciones de la Guerra de los Cien Años. El apoyo de los ingleses a la
candidatura al trono de Castilla de un Lancaster casado con una hija del rey
Pedro I, derrotado por Enrique de Trastámara tras una cruenta y larga guerra
civil, estuvo tras ello. Si los enemigos de los ingleses eran los franceses,
parecía lógico que estos se alinearan con el Trastámara.
Desde aquella fecha de 1369 se
habían sucedido las tres Guerras Fernandinas, que tomaban su nombre del rey
portugués Fernando I. No gozaba de demasiado cariño por parte de nuestros
vecinos, como se traduce en los versos de Camoens (canto III, 138, de Los
Lusiadas):
Del justo y duro Pedro
nace el blando
(¡mirad el desconcierto
de natura!),
remiso y sin cuidado,
aquel Fernando
que a todo el reino puso
en apretura;
que yendo el castellano
conquistando
las tierras, tuvo puesto
en aventura
de destruirse el reino
totalmente,
que un rey flaco hace
flaca a fuerte gente.
Con Enrique II de Castilla firmó
los tratados de Alcoutim, en 1371, y de Santarém, en 1373. Con Juan I de
Castilla firmó en 1383 el tratado de Salvatierra.
La paz llegaría con el tratado
de Badajoz de 1382. Una de sus consecuencias fue el casamiento de la única hija
del rey portugués, Beatriz, con Juan I de Castilla, si bien con el compromiso
de que Portugal se mantuviera independiente.
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