Descubriendo Portugal 65. Don Dinis

 

Dejamos al rey don Dinís (Dionisio I) en su pedestal de la universidad y lo recuperamos en nuestro viaje hacia el sur.

Nacido en 1261, subió al trono en 1279 y reinó hasta su muerte en 1325. Fueron 46 años de paz y de reorganización de Portugal. Su padre y antecesor en el trono había concluido la Reconquista, en cuanto a su reino se refería, con la toma de las últimas ciudades del Alentejo y el Algarve, con lo que no había nada más por lo que guerrear. Realizó algunas incursiones y escaramuzas en la vecina Castilla, lo que provocó las iras de doña María de Molina, que ejercía como regente de su hijo Fernando IV. Se casó con Isabel de Aragón, la reina santa.

Ambas partes se sentaron a negociar y consolidaron sus fronteras con un intercambio de cromos en forma de cesión de ciudades y fortalezas que dieron lugar a una de las fronteras más antiguas de Europa. Corría el año de nuestro señor de 1297 y se eligió para el tratado la zamorana Villa de Alcañices, que atravesamos el primer día cuando nos dirigíamos a Braganza. Aquel pequeño pueblo mostraba con orgullo su pasado y la trascendencia de lo afirmado.

Fernando Pessoa dedicó a don Dinís uno de sus poemas en Mensaje. Representaba uno de los siete castillos del escudo del país:

De noche escribe su cantar de amigo

el plantador de naves por llegar,

y oye un silencio susurro consigo:

es el rumor del pinar que, como trigo

de un imperio, se mece sin dejarse ver.

 

Arroyo, ese cantar joven y puro,

buscar el océano por hallar;

y la voz del pinar, oleaje oscuro,

es el sonido presente del mar futuro,

es la voz de la tierra que ansía el mar.

 

El poema resaltó su labor cultural como autor de poesías y canciones. Más de un centenar han llegado a nuestros días. Era un excelente trovador. También escribió sobre administración, caza o ciencia. Declaró el portugués como lengua oficial del reino en 1290. Nos recordaba a nuestro Alfonso X el Sabio, que también se encontró con la Reconquista prácticamente finiquitada, salvo el Reino Nazarí, que producía sus buenos tributos.