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Descubriendo Portugal 63. reinar después de muerta.

 

Imagen de Coimbra

La más hermosa, trágica y truculenta historia de amor de Portugal tuvo lugar a mediados del siglo XIV. Sus protagonistas fueron la gallega Inés de Castro y el infante, posteriormente rey, Pedro de Portugal.

Inés era de sangre noble y estaba emparentada con los reyes de Castilla. Llegó a Portugal como doncella en la comitiva de su prima Constanza Maruel de Villena, que se había casado por poderes con el infante.

El flechazo debió de ser inmediato y empezaron su arriesgada relación incluso cuando aún estaba casado Pedro con Constanza, a la que sacudían unos terribles celos. No era para menos ya que aquella relación fructificó en cuatro hijos que nunca fueron reconocidos.

Era habitual en la época que los reyes gozaran de amantes y concubinas. El oficio real implicaba muchas veces casamientos por conveniencia. Esa era su válvula de escape y nadie se mesaba los cabellos por tales amores ilícitos. Por supuesto, no contaban con la aquiescencia del rey Alfonso IV ni de la nobleza portuguesa por el temor a que Castilla se anexionara a Portugal. Este componente político tuvo una importancia capital en su trágico final.

Constanza falleció en el parto de uno de sus hijos. En unos lugares dicen que del futuro Fernando I, en 1345, o de María, en 1349, según otros. Sin embargo, aquella muerte no dio vía libre a legitimar la relación. Se dice que se casaron en secreto en la iglesia de San Vicente, en Braganza.

En enero de 1355 Inés fue asesinada en la Quinta das Lágrimas, a las afueras de Coímbra. Quien acude al lugar, que aún existe, encontrará un hotel de lujo y el libre acceso a sus jardines.

Su muerte fue inmortalizada por la literatura. Camoens (o Camões) la incluye en su obra maestra, Los Lusiadas (u Os Lusíadas), en el canto tercero. García de Resende escribió Trovas á morte de Inés de Castro y Antonio Ferreira Tragedia mui sentida e elegante de doña Inés de Castro (conocida popularmente como La Castro). Luis Vélez Guevara utiliza su argumento en Reinar después de morir. Alejandro Casona en Corona de amor y muerte. Se han escrito nada menos que veintinueve óperas con su argumento.

Tú solo, injusto Amor, tú solo, cuya

Fuerza a los corazones tanto obliga,

diste causa a la cruda muerte suya

Como si fuera pérfida enemiga.

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