Designed by VeeThemes.com | Rediseñando x Gestquest

Descubriendo Portugal 47. En un ambiente universitario.


 

Comentaba Jose que Oporto se había convertido en los últimos años en uno de los destinos favoritos del programa Erasmus. Su nutrida población universitaria y buen ambiente garantizaban la diversión. Nosotros no pudimos comprobarlo al estar en periodo vacacional y en tiempos de restricciones por la pandemia. No obstante, se respiraba alegría de vivir, como en toda ciudad con ambiente estudiantil.

En ese ambiente estudiantil y cultural encontramos el siguiente atractivo de la zona: la librería Lello. Por desgracia, ya estaba cerrada, con lo que nos asomamos tímidamente al interior, espectacular, según confirmé posteriormente en internet. Jose había tenido más suerte que yo y la había visitado en una ocasión anterior. Había inspirado la biblioteca de los relatos de Harry Potter. Aprovechando el tirón de la escalera ornamental y las vistosas estanterías se cobraba la entrada y si el visitante compraba un libro se le descontaba del precio pagado. En la fachada, dos figuras simbolizaban el arte y la ciencia, como una declaración de principios para visitantes y compradores.



En el mismo entorno estaba el Museo de Historia Natural de la Facultad de Ciencias, con la fuente de los leones y el Centro Portugués de Fotografía, que fue durante muchos años cárcel. Entre sus ilustres ocupantes forzados se encontraba el duque de Terceira o el escritor Camilo Castelo Branco que aprovechó su estancia para alumbrar su novela Amor de perdición.

Descartamos intentar subir a la torre de los Clérigos. La cola era tremenda y nuestras fuerzas eran escasas. Unos días después, Fer y Pepe, primos de Jose  y mis sobrinos, tuvieron más suerte y conquistaron los 240 escalones y la estupenda vista desde lo alto.

Fuimos hacia el edificio de la Universidad, paseamos por el jardín de João Chagas y tratamos de tomar una cerveza en una terraza abierta muy cool. Estaba llena.



Nos infiltramos por las callejuelas que ofrecían un encanto sincero. Pequeños restaurantes ofrecerían en pocas semanas menús baratos a los estudiantes. Algunas zonas estaban en obras y en alguna descubrirían restos arqueológicos que trastocarían los planes de los constructores. En uno de esos recovecos nos topamos con la terraza de un hotel en un patio de manzana. Los vecinos charlaban en las terrazas.

Caía la tarde y había que cenar.

0 comments:

Publicar un comentario