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Descubriendo Portugal 44. Una cata de oporto sin demasiadas pretensiones.

 


No tuvimos fácil la visita a la bodega Burmaster. Inicialmente, nos dieron para el día siguiente, le explicamos a la empleada la imposibilidad, revisó en su ordenador y nos asignó a un grupo en español media hora más tarde. Se estaba a gusto en la bodega. Nos alternamos para ver los objetos antiguos, los toneles, una cuba que parecía fuera parte de una dote, las fotos antiguas, las curiosidades.

Fuimos un grupo pequeño por necesidades sanitarias. El guía hablaba con un fuerte acento francés. Nos explicó los orígenes de la bodega, allá por 1750. Burmaster era una excepción a los nombres ingleses ya que era de origen alemán. En internet comprobé que en 1999 compró la bodega el grupo portugués Amorim y la marca se popularizó rápidamente. Amorim eran los reyes del corcho.



En 1992 Burmaster compró Quinta Nova de Nossa Senhora do Carmo, en el valle del Duero, zona tradicionalmente productora de los vinos que servían de base para elaborar el Oporto.

Nos hablaron de las diferentes clases de oportos: vintage, LBV, colherta, tawny. También de las añadas, del proceso de maduración, de los secretos confesables de este arte.

Almeida Garrett opinaba que Gran Bretaña había debido toda su fuerza y su gloria a Portugal…precisamente por el vino y, especialmente, al oporto:

¡Oh gente ciega a quien Dios quiere perder! ¿No veis que no sois nada sin nosotros, que sin nuestro alcohol, que os proporcionaba espíritu, ciencia, valor, caeréis infaliblemente en la antigua y perezosa rudeza sajona?... ¿Qué es un inglés sin Porto o Madeira, sin Carcavelos o sin Cartaxo?

Si se hubiera inspirado Shakespeare con Laffite, o Milton con Château-Margot, si el canciller Bacon se hubiese diluido en el mejor Borgoña, ya veríamos entonces los ácidos versitos, los destemplados raciocinios que hubieran hecho.



La visita se completaba con una pequeña cata de tres vinos, suficiente para quienes no éramos expertos en la materia. Sin embargo, en el grupo iba un comerciante de cubas y toneles que representaba a varias empresas de Francia e Italia. Le habían hecho un pedido, o un primer contacto, y se había venido a conocer la zona, los vinos y las industrias para saber lo que podían necesitar sus clientes, todo un ejemplo de profesionalidad. Fue quien animó el diálogo en esa “sobremesa” de los caldos.

Con el agradable efecto de los oportos cruzamos el río por el puente de Luis I, y seguimos en parte el recorrido de la noche anterior por la rua das Flores y Aliados.

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