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Descubriendo Portugal 32. Llegando a Oporto.


 

Mientras Jose se hacía el test de antígenos en la recepción, donde depositamos nuestro equipaje, bajé a guardar el coche en el aparcamiento que nos habían indicado, en nuestra misma manzana. Conducir por la zona más turística de la ciudad era una locura y aparcar tomaba tintes épicos. La ventaja fue que el hotel Ibis estaba cerca del mercado de Bolhau, bastante bien situado para recorrer la ciudad a pie. La habitación no era grande, aunque sí moderna y limpia. El cuarto de baño pasaba nuestros controles de calidad.

No nos entretuvimos demasiado en la habitación. Revisamos los mensajes, escribimos a la familia para que supieran que habíamos llegado bien, estiré un poco para mantener en forma mi cuerpo (vamos, que no se cayera a trozos), y Jose contestó un par de cosas de su trabajo.

Él fue quien tomó los mandos. Había estado en la ciudad y sabía orientarse con facilidad. Le hubiera gustado hacer un Erasmus en Oporto, una ciudad con buena base universitaria, marcha nocturna, que revivirá cuando acaben las restricciones del covid, y un ambiente juvenil desenfadado. Para mí era un destino deseado desde hacía tiempo, con lo que me mostré algo ansioso al salir a la calle. Por cierto, Sá Nogueira (Bernardo de Sá Nogueira de Figueiredo), el nombre de la rua, honraba a uno de los líderes del movimiento Septembrista, de la revolución de 1836. Fue cinco veces jefe del gobierno y a él se debía la derogación de la esclavitud en el país.

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