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Descubriendo Portugal 9. Bracara Augusta, los suevos y Porta Nova.


 

La ciudad tenía una antigüedad de unos dos mil años. Su situación en un cruce de caminos, con acceso al agua del Miño y con el mar cercano, la había convertido en un lugar apetecible para los diversos pueblos. Estuvo habitada por los celtas, fue conquistada por Roma, que la denominó Brácara Augusta y la incardinó en la provincia Gaélica, constituyendo su capital, y fue sustituida en el dominio por los pueblos germánicos que entraron en el Imperio. Hizo especial hincapié en los suevos, que desde el siglo VI la dinamizaron y promovieron su importancia posterior. Fueron desplazados por los visigodos. El dominio árabe no se prolongó mucho en el tiempo.

Saltando en el tiempo (nuestro guía expuso el influjo de otras etapas) calificó a Braga de ciudad dinámica. Prueba de ello es que en los últimos cinco años su población había crecido un 12 por ciento hasta alrededor de doscientos mil habitantes, similar a la de Coimbra, con la que se disputaba el tercer puesto del país.



Porta Nova fue construida por el rey Dinis I y restaurada por Fernando I. Reformada nuevamente en el siglo XVI, el aspecto actual se debía a André Soares (cuyas obras están dispersas por toda la ciudad) a instancias del arzobispo José de Braganza, en el siglo XVIII. Nunca tuvo puerta, lo que dio lugar a un chiste o chascarrillo sobre los bracarenses y no cerrar la puerta. Lamento no haberlo retenido en la memoria para trasladarlo al lector.

En lo alto, hacia el exterior, coronaba la puerta una figura alegórica de la ciudad en forma de mujer guerrera con una lanza. Hacia el interior, una santa. Si la fuerza no era suficiente para defender la ciudad, no estaba de más confiar la protección a las fuerzas del espíritu.

Para explicarnos el entramado defensivo, nuestro guía nos introdujo por un estrecho callejón, pobre y en cuesta. Al girarnos, asomaba una de las torres que han quedado de aquellas murallas.

Las casas y las calles nos recordaban a las de la vecina Galicia. La frontera no se sentía en absoluto y la ciudad bien pudiera confundirse con cualquiera de la región vecina. Quizá el uso del azulejo en las fachadas era la principal diferencia. Y el granito su principal similitud.

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