La independencia de Portugal se
materializó en la primera mitad del siglo XII, época especialmente tempestuosa
para León, de la que se escindió paulatinamente.
La debilidad de León se
manifestó a la muerte de Alfonso VI, en 1109. Los almorávides ejercían una
presión creciente sobre el reino. Las taifas que pagaban parias a los reinos
cristianos dejaron de hacerlo y pidieron ayuda a sus poderosos vecinos del
norte de África, los almorávides. Sus yernos, Raimundo, casado con su hija Urraca,
y Enrique, con Teresa, que habían colaborado en las campañas del rey, ambicionaban
repartirse el reino a su muerte. Alfonso concedió el gobierno de Portugal a
Teresa y Enrique, debilitando la influencia en el territorio de Raimundo.
La muerte de su hijo Sancho
determinó que eligiera a su hija Urraca como heredera, a quien casó con Alfonso
I el Batallador, de Aragón. Lejos de fortalecer al estado, el fracaso de ese
matrimonio originó una guerra civil en que se agruparon los partidarios y los
detractores del rey aragonés.
Alfonso VI legó con carácter
hereditario Galicia a quien a la postre se convertiría en rey de León como
Alfonso VII, y Portugal a Teresa y Enrique. Ese será el germen de la
independencia de Portugal.
Alfonso Enríquez (o Afonso Henríquez),
hijo de Teresa y Enrique, nació en 1109 en Guimarães, ciudad en la que tendrán
lugar varios acontecimientos de vital importancia en su vida. Su padre murió
poco después, en 1112. Su madre ejerció la regencia de la mano del conde
Fernando Pérez de Traba, su valido y amante. Como su madre le negaba el derecho
a los territorios que le correspondían por herencia se enfrentó a ella.
En 1127 sufrirá en Guimarães el
asedio por su primo el rey Alfonso VII de León. La promesa de someterse como
vasallo permitió que se alzara. Afonso no cumplió su promesa, sobre lo que
volveremos posteriormente.
Las desavenencias con su madre
llevaron a la batalla de San Mamede, en 1128, cerca de esta ciudad. Camoens (o
Camões) lo reseña en el canto tercero de Los Luisiadas (u Os Luisíadas):
El guimaraneo campo se
teñía
con sangre propria de
intestina guerra,
do la madre, que mal lo
parecía,
a su hijo negaba amor y
tierra.
La desterrará de Portugal. Parece
que hubo una reconciliación posterior.
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