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Descubriendo Portugal 23. Los primeros pasos del reino.


 

La independencia de Portugal se materializó en la primera mitad del siglo XII, época especialmente tempestuosa para León, de la que se escindió paulatinamente.

La debilidad de León se manifestó a la muerte de Alfonso VI, en 1109. Los almorávides ejercían una presión creciente sobre el reino. Las taifas que pagaban parias a los reinos cristianos dejaron de hacerlo y pidieron ayuda a sus poderosos vecinos del norte de África, los almorávides. Sus yernos, Raimundo, casado con su hija Urraca, y Enrique, con Teresa, que habían colaborado en las campañas del rey, ambicionaban repartirse el reino a su muerte. Alfonso concedió el gobierno de Portugal a Teresa y Enrique, debilitando la influencia en el territorio de Raimundo.

La muerte de su hijo Sancho determinó que eligiera a su hija Urraca como heredera, a quien casó con Alfonso I el Batallador, de Aragón. Lejos de fortalecer al estado, el fracaso de ese matrimonio originó una guerra civil en que se agruparon los partidarios y los detractores del rey aragonés.

Alfonso VI legó con carácter hereditario Galicia a quien a la postre se convertiría en rey de León como Alfonso VII, y Portugal a Teresa y Enrique. Ese será el germen de la independencia de Portugal.

Alfonso Enríquez (o Afonso Henríquez), hijo de Teresa y Enrique, nació en 1109 en Guimarães, ciudad en la que tendrán lugar varios acontecimientos de vital importancia en su vida. Su padre murió poco después, en 1112. Su madre ejerció la regencia de la mano del conde Fernando Pérez de Traba, su valido y amante. Como su madre le negaba el derecho a los territorios que le correspondían por herencia se enfrentó a ella.

En 1127 sufrirá en Guimarães el asedio por su primo el rey Alfonso VII de León. La promesa de someterse como vasallo permitió que se alzara. Afonso no cumplió su promesa, sobre lo que volveremos posteriormente.

Las desavenencias con su madre llevaron a la batalla de San Mamede, en 1128, cerca de esta ciudad. Camoens (o Camões) lo reseña en el canto tercero de Los Luisiadas (u Os Luisíadas):

El guimaraneo campo se teñía

con sangre propria de intestina guerra,

do la madre, que mal lo parecía,

a su hijo negaba amor y tierra.

 

La desterrará de Portugal. Parece que hubo una reconciliación posterior.

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