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Descubriendo Portugal 21. El santuario del Bom Jesus II.

 


Había que subir con tranquilidad, con parsimonia, empapándose de la imaginería desplegada, de los personajes bíblicos, de las fuentes. Éstas simbolizaban la purificación del peregrino. El segundo tramo era la escadaria dos Cinco Sentidos. Los caños nacían de los ojos, nariz, boca y oídos de las figuras alegóricas. El tercero era la escadaria das Tres Virtudes, cuyas capillas y fuentes representaban la fe, la esperanza y la caridad.

A tramos regulares volvíamos la vista atrás para contemplar la ciudad y sus alrededores. Era una visión amplia. La urbe era mucho más extensa de lo que imaginabas a ras de suelo. Su entorno era verde y hermoso.

En el siglo XIV se alzaba en el mismo lugar una pequeña ermita. La afluencia de peregrinos obligó a construir una nueva iglesia, barroca, que a su vez fue sustituida por la actual, neoclásica. El proyecto fue obra de Carlos de Amarante.



Era imponente, cautivadora. Estaba rodeada de jardines y de algunas sorpresas inesperadas. En el momento en que entramos celebraban un bautizo y procuramos pasar inadvertidos para no perturbar el ritual. Elevamos la vista, que se llenó de la iluminación que gobernaba la amplia nave.

Caminamos hasta la cafetería y su mirador. Nos entretuvimos haciendo unas fotos, observamos ese laberinto vertical de estructura tan sencilla y dejamos que el verdor general se apoderara de nuestros sentidos.

El descenso fue más rápido, siempre disfrutando de los elementos que ofrecía la escalinata.



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