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Un valle a la sombra de los dioses 33 (Nepal 2011) Bhaktapur, la ciudad de los devotos. Los newar.


 

Comentó Sujan que la fiesta que se celebraba el día anterior en Patan en honor de Krishna se celebraba ese lunes en Bhaktapur en el templo consagrado a esta divinidad. Esa era la causa del principio de una procesión de mujeres.

Algo había leído acerca de la costumbre de las mujeres de acudir a los templos los lunes, hacer ayuno y pedir por un marido. Las casadas, por conservarlo. Era una hermosa tradición que no sabía si actualmente se mantenía. Un marido era una bendición, por lo que intuía. Hacia ese templo nos condujimos acompañando el séquito.



La ciudad, que también se conocía como Badghaon, fue fundada en el siglo XII por el rey Anand Dev Malla. Gozaba de un hermoso sobrenombre, la ciudad de los devotos. Era una ciudad de campesinos donde predominaba la subcasta Jyapu. El 90% de la población era newar. Esta etnia era actualmente minoritaria y suponía sólo el 4% de la población del país.

-Los hombres que transportan con pértiga y dos cestas son newar- comentó Sujan al pasar una persona cargada con un largo palo sobre el hombro y dos voluminosas mercancías que se equilibraban a su paso. -Otra forma de transporte tradicional es apoyando una cinta sobre la frente. Estos son de otras etnias.

El origen de los newar se pierde en la noche de los tiempos, quizá al inicio de la era cristiana, vinculados con los kiratas. Dicen que Nepal deriva de newar. La mezcla de razas que tuvo lugar en el Valle y en el país hacía difícil diferenciarlos. Para unos, eran los que hablaban esa lengua de raíz tibetana y birmana, pero ya la utilizaban pocos, sólo los brahmines. Para otros, eran los que acoplaban su ritmo de vida al calendario newar y participaban activamente en sus festividades. Tampoco era un criterio uniforme ni concluyente.


 

Veneraban especialmente a los ancianos. Sujan nos explicó algunos de esos “derechos” que asumían cuando cumplían 80 años, cuando aumentaban su edad. Eran activos de gran experiencia y su opinión era respetada y solicitada en multitud de ocasiones.

Otra peculiaridad eran los guthis, las asociaciones sociales tradicionales que se formaban para atender un templo o un rito, para ayudar a los necesitados o para cualquier motivo asistencial. Me recuerdaban a las cofradías.

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