Cuentan que la construcción tardó 12 años. Por ello,
cada 12 años se celebraba un festival conmemorativo. Con más frecuencia, y con
motivo del año nuevo tibetano, el Losar, se celebraba un importante festival al
que se desplazaban en peregrinaje muchos tibetanos.
Las ruedas de oraciones estaban cubiertas parcialmente por telas. Nuestra timidez por articularlas cesó cuando las activó una joven con decisión. Observamos los manojos de banderines de oraciones. Ruedas y banderines detonaban la fe de los creyentes y fortalecían sus oraciones.
Entramos en un hermoso monasterio tibetano. Sujan nos explicó que existían cuatro tendencias de budismo tibetano.
-Este primer monasterio está dedicado a Maytreya. Recuerda que es la representación divina que compraste ayer en los artesanos de Patan-. Los dos rememoramos ese instante y la figura dorada.
La puerta era defendida por dos guardianes feroces pintados en las paredes. Al otro lado, una enorme rueda de oraciones que no nos resistimos esta vez a accionar. En el salón ritual, denominado Lha-Khang, los monjes recitaban sus mantras que no perdían la concentración con nuestra intromisión. La escultura que presidía, dorada y finamente decorada, mantenía una intrigante expresión. Alzaba sus manos en una posición en que se unían índice y pulgar de la mano derecha. De ambas manos colgaban cintas de colores. Otras figuras más pequeñas quizá representaban encarnaciones anteriores de Buda. Al fondo, una foto del Dalai Lama.
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