El origen de su construcción se vinculaba, cómo
no, con varias leyendas. En una de ellas se narraba que Jyajima, una pobre
muchacha del pueblo de Magat, tuvo cuatro hijos de cuatro maridos con distintos
oficios. Con la ayuda de sus hijos hizo fortuna. Solicitó al rey permiso para
construir una stupa y éste le concedió las tierras necesarias para ello. Cuatro
años después falleció sin ver terminada su obra. Antes de morir, obligó a sus
hijos a que prometieran que concluirían su deseo. Así lo hicieron.
La versión histórica apunta al siglo V. El rey de Nepal, Man Dev, mató por error a su padre. Lloró su desgracia y acudió a Vajrayogini para pedir consejo. Su penitencia y emoción le llevaron a construir la stupa para expiar su pecado.
Otra versión apunta a que un lama en peregrinación
entre Tíbet y Nepal falleció en este lugar y sus reliquias depositadas en la
stupa. El lector puede optar por la que quiera o por un conjunto de ellas.
A lo largo de su historia había sido renovada varias veces, lo cual justificaba que en algunos textos se estableciera como fecha de construcción el siglo XIV, tras las invasiones mogolas que provocaron el desplazamiento de importantes masas de población desde el país vecino. El terremoto de 1934 no la dañó. Todo apuntaba a que el lugar fue ancestralmente sagrado y que un templo ocupó siempre este solar.
La cúpula estaba sobre tres plataformas blancas que simbolizaban la tierra. Los cinco budas Dhyani marcaban los cuatro puntos cardinales y el centro, como en la stupa del anterior día. Alrededor de la stupa, 108 nichos con representaciones de buda, bodhisatbas y deidades femeninas. También, alguna figura erótica. El 108, que tantas veces se repetía, era el número de cuentas de los rosarios utilizados por los budistas para recitar sus mantras.
OM (reverencia) es “el ser puro, Dios, el Brahman realizado, la unidad, el verbo divino de forma audible, la sílaba que inicia todos los mantras o potenciadores de las corrientes energéticas, especie de jaculatoria cuya correcta pronunciación y tono eleva el espíritu. En realidad es la contracción de A-Hum: A significa la creación. Hu, la conservación y M, la destrucción”, leí en Historias del Viejo Mundo. Su autora, continuaba afirmando: “el mantra o energía audible más difundido es el OM MANI PADME HUM (literalmente, reverencio la joya en el loto Hum) cuyos seis sonidos mágicos simbolizan los seis destinos y las seis sabidurías del budismo Mahayana”. Estas explicaciones valorizaban los sonidos aparentemente monótonos que musitaban los monjes constantemente. Nos acompañaron en toda la visita.
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