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Un valle a la sombra de los dioses 17 (Nepal 2011). Patan y la plaza Durbar.


 

Los paraguas con que se protegían las mujeres del sol podían resultar peligrosos para los ojos. Esquivarlos, esquivar pisar a alguien, tomar la prevención de que no te separaras del resto y de que nadie se apropiara de tus pertenencias, dejaba un hueco para observar al colectivo. La actitud de muchos de ellos era de espera, probablemente de la llegada del presidente o de alguna comitiva religiosa. En aquel momento todo estaba colapsado. Se escuchaban tambores, cánticos, movimiento. La gente aprovechaba para hacer fotos (como nosotros), hablar por el móvil, contemplar la más mínima incidencia. Una señora calmaba a su hijo pequeño acunándolo en sus brazos. El crío se había asustado con tanta aglomeración.

A los pies de los monumentos se concentraban los brahmanes, los sacerdotes. Los fieles se acercaban a ellos para alguna petición, para que les bendijeran, les untaran la señal en la frente, prepararan una oración. Recibían por ello sinceros donativos.



Pasamos ante la columna coronada por el rey. Este soberano en piedra fue el constructor del templo de Krishna. Sujan nos había comentado que la estructura de las plazas Durbar de las tres ciudades del Valle era similar y acogía siempre una columna con el rey, denominada stamba, una campana para la comunicación, uno o varios palacios y un templo dedicado a la diosa Taleju, la divinidad de cuatro cabezas y diez brazos que adoptaron los reyes de la dinastía Malla. El templo era de uso exclusivo del rey. Ese templo se abría al pueblo un día al año. Ese día se sacrificaban 108 animales sanos. El número procedía de multiplicar doce horóscopos por nueve planetas. Ese número se repitía en multitud de ocasiones, siempre con un carácter sagrado. Era el número de cuentas de los rosarios budistas.



Dicen que los reyes del Valle eran justos porque edificaban palacios bajos y templos altos. Construir por encima del templo principal podía causar las iras divinas. El palacio real quedaba detrás de la columna. Era de ladrillo rojo y en su fachada se asomaban unas preciosas ventanas. El lado derecho estaba coronado por tres tejados. En mis notas tenía reflejado que una parte del mismo había sido convertido en hotel. Hasta creo recordar que en uno de sus patios comió mi tío hace siete años, aunque la memoria era traicionera.

El palacio real se estructuraba en tres patios. El nororiental era el Mul Chowk y contenía el templo octogonal de tres tejados Taleju Bhawani, construido por el rey Shree Niwas Malla, en 1667. El Sundari Chowk acogía el popularmente conocido como baño real o Tasha Hiti, un conjunto de esculturas en piedra. Entre Mul Chowk y el tercer patio, Keshab Narayan, se encontraba el templo de Degu Taleju.

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