La siguiente estación de nuestro particular
peregrinaje por la ciudad fue el Templo Dorado o Hiranya Varna Mahavihar. Era
muy antiguo, del siglo XII, y fue construido por el rey Bhaskan Verma. Estaba
dedicado a Shakyamuni, o sea, a Buda. Las tallas y pinturas de su interior
narraban su vida. A la entrada, una pareja de leones montaba guardia. La de la
derecha era la leona, por el distintivo de sus pechos rosados. Los leones
acaparaban la protección de los templos.
Una leyenda vinculaba la construcción con la reina Pingala de Patan, quien había perdido el afecto de su marido el rey y la había desterrado al bosque de Guheswari en Pashupati. Allí tuvo un sueño que le aconsejaba construir un monasterio si quería reconciliarse con su marido. Lo construyó en Bahalkot, cerca de Pashupati, y obtuvo el permiso para regresar. Cuando los monjes se marcharon, uno de ellos tomó la imagen de Shakyamuni y la trasladó a Patan. El rey Vaskar Deva Dutta construyó un templo para ella, Nhu Vihara, pero la imagen no se sentía a gusto y se lo hizo saber al rey a través de un sueño. En ese sueño le proponía construirlo donde un ratón cazara a un gato. Por ello, en el monasterio se alimentaba a los roedores.
Desde el pequeño patio se observaba un remate de dos tejados. Una nueva puerta conducía al patio principal. El primer edificio revestido de metal guardaba una imagen de Swayambhu, el auto-existente. Este edificio era más antiguo que el templo principal. Esta vez el patio lo protegían dos elefantes sobre tortugas. En las esquinas, cuatro monos. Los rollos de oraciones rodeaban el patio.
Sujan nos comentó que el monasterio alojaba a un monje niño que estaría un mes cumpliendo con los dictados de los monjes. Observamos cómo le daban un masaje.
Rodeamos la primera estructura. Los leones rampantes parecían querer arrojarse sobre nosotros. Pequeñas figuras de Buda estaban por todas partes.
Subimos a la primera planta para ver las dependencias y observar el patio desde lo alto. Se agradecía la sombra.
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