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Los saris son el color de la India 197 (2011). Auranzeg o la ortodoxia islámica.

Auranzeg de joven. Fuente: Wikipedia

 

-Cada vez que nos hemos topado con el recuerdo del emperador Aurangzeb éste ha estado asociado con la destrucción- le planteé a mi tío.

-Es un personaje controvertido en la historia de la India. Se recuerdan más sus defectos que su moderación y comprensión o la rectitud de sus intenciones. Para sus contemporáneos era como un santo. La intolerancia religiosa empañó su fama.

En el libro de Abraham Eraly The Great Mughals, leí una declaración del emperador muy interesante:

Si Dios me hizo emperador no fue por otra causa que haber sido siempre un ferviente defensor del Corán. En contra de mi designio y mi voluntad, que hubiera sido vivir como un faquir, fui ensalzado sobre otros hombres, porque ese justo Señor, que eleva al sumiso y humilla al arrogante así lo había determinado.

 Parecía deducirse una ausencia de aspiraciones políticas. Como si se hubiera visto envuelto en una conspiración que no buscaba.

-Era un fundamentalista islámico- continuó mi tío tras dar un trago a la cerveza y reclinarse nuevamente en el sillón-. Vivió con austeridad e impuso esa austeridad en la corte y fuera de ella. Impuso la sharia, la ley islámica, que consideraba sagrada e inmutable. Continuamente leía el Corán y cumplía escrupulosamente con todos los preceptos religiosos. Sólo se le conoció un escándalo con una bailarina.

-Sus decretos puritanos para forzar la implantación de la ley islámica eran continuos: prohibió la música, el consumo de alcohol y marihuana, aunque no parece que el de opio, prohibió los festivales de diwali y holi, abolió el sati, fomentó las conversiones...

-Sin embargo, fue flexible- la inflexión en el tono presumía un matiz en este término- con sus guerreros Rajput y sus milicias hindúes. No quería enemistarse con ellos. Mantuvo a los altos funcionarios hindúes en sus puestos. Era pragmático.

En una primera etapa, no causó demasiados problemas a los no musulmanes. La situación cambió hacia 1668, tras la primera década de su reinado. Según Eraly, los hindúes seguían prosperando a pesar de haber transcurrido quinientos años de dominación musulmana. En 1669 lanzó la orden a sus gobernadores provinciales para que destruyeran las escuelas y templos hindúes y que se impidiera el ejercicio de su fe. Unos trescientos templos fueron destruidos en la zona de Chitor, Udaipur y Jaipur. Atrás quedaba un decreto que protegía los templos antiguos: "ha sido decidido de acuerdo con la ley que los templos ya erigidos desde antaño no serán demolidos pero no se permitirá construir nuevos templos". La interpretación de qué se consideraban nuevos templos condujo a que se consideraran todos los posteriores al advenimiento de los mogoles o los musulmanes y no los posteriores a su subida al trono. La purga fue casi indiscriminada. Además, se interrumpía la tradición constructiva del imperio. Expulsó de su corte a los artistas que no fueran musulmanes ortodoxos. Los hindúes tuvieron que buscar el patrocinio de los príncipes de India central y Rajastán, donde se construirán los mejores monumentos del siglo XVIII.

-Por una parte, anunciaba el respeto a la ley, pero luego la orientaba hacia sus designios- dijo mi tío-. Ese doble rasero es lo que provoca que sus palabras y sus actos sean contradictorios y no se pueda asegurar cuáles fueron sus intenciones. La hipocresía era la mejor interpretación.

-Protege a los hindúes de Benarés y a los brahmines, pero destruye sus templos.

-Rompe con la tradición de tolerancia que arranca con Akbar y que se resquebraja ya con Sha Jahan.

-E impone la jizya, el impuesto a los no musulmanes que recuerda al impuesto a los cristianos de Al Andalus para financiar el ejército.

-Eso generó una cadena de protestas y alzamientos que sofocó y que no le hicieron recapacitar y eliminarlo. Creía que era una obligación islámica.

Impulsó que los recaudadores fueran musulmanes, aunque tuvo que plegar velas al ser imposible la recaudación sin los hindúes. Estableció que estos pagarían el doble de derechos de aduanas. Las maniobras de los mercaderes hindúes con sus colegas musulmanes confirmaron la ineficacia de esa norma.

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