Los saris son el color de la India 176 (2011). Taj Mahal III

 

A pesar de la hora tan temprana, había bastante gente. El calor se intuía aunque no era aplastante. En un par de horas sería tremendo.

-El mármol blanco cambia de color a lo largo del día y en las distintas épocas del año. Es mágico.

-Parece flotar.

-Aunque es una edificación inmensa, la impresión es liviana. La planta del cuerpo central es un cuadrado de 57 metros al que han rebajado las esquinas para formar un octógono, una forma que es comprensiva de lo divino y lo humano, el círculo y el cuadrado.

Todos los visitantes se disputaban un lugar en la avenida central para hacerse una foto con el mausoleo reflejado en el agua de sus estanques alargados. Nos desplazamos a la izquierda, menos concurrida, para las primeras fotografías y una primera apreciación. En una foto antigua, el jardín era muy diferente. El estanque donde se reflejaba el mausoleo estaba cubierto de lotos. Los cipreses ocultaban parcialmente el espacio y la perspectiva del edificio. Era un pequeño bosque. Se agradecía que hubiera regresado a su concepto inicial.

Nos fotografiamos juntos, acribillamos la figura del monumento con el disparador de la máquina y disfrutamos del conjunto.

La peculiaridad era que se rompía con la regla de que el mausoleo ocupara el centro del jardín celestial, la confluencia de los cuatro cuadrados del char bagh. Lo situaron al fondo, lo que le dio mayor perspectiva y teatralidad. El jardín estaba bien cuidado y salpicado de visitantes.

-La altura es igual que la anchura. Es perfección matemática y simetría. En el único lugar donde se rompe esa simetría es en los cenotafios. Se diseñó inicialmente para que el de la Elegida del Palacio ocupara el centro. El de Sha Jahan está a su lado y altera la configuración original.

Caminamos hacia el centro. Observamos las cuadrículas, cómo se engrandecía la estructura, los cuatro minaretes en las esquinas, la cúpula bulbosa y las cuatro menores que la acompañaban. Esa estructura de cinco cúpulas estaba basada en la estructura panch-ratna, el santuario de las cinco joyas o el lingam de Shiva de las cinco cabezas que simbolizaban los cinco elementos: tierra, agua, aire, fuego y éter.