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Los saris son el color de la India 169 (2011). Las aldeas y la esencia de la India.




 Lo que desde nuestro vehículo era una aldea sucia y polvorienta se convertía en un lugar acogedor y ordenado donde imperaba cierta armonía en la vida de aquellas gentes. Trabajaban duro y con entusiasmo, sus vestimentas aportaban colorido y hermosura al campo. Las mujeres portaban con dignidad sus saris.

-Otro día visitamos una de esas aldeas anónimas que conforman las quinientas mil aldeas que nombraba Gandhi y que estaban siempre en sus pensamientos. Constituían la esencia de la India. Estaba rodeada de gavillas de cereal recién cortado, los carros con bueyes se esforzaban en el campo, las bostas de vaca se amasaban y se apilaban en pequeños montículos para utilizarlas como combustible. Cuando bajamos del autobús los niños salieron a nuestro encuentro, las madres se acercaron a Mar para entregarle sus hijos y que ella los llevara en sus brazos, como si de esta forma los estuviera bendiciendo. Era un acontecimiento para aquellas gentes, que quizá no se habían mezclado con extranjeros en su vida. Aquello tuvo el embrujo de un festival improvisado. Nos mostraron sus casas, nos bendijo un santón de barba blanca y mirada limpia que nos acogió con bondad y sencillez, nos acompañaron con orgullo para que viéramos las semillas de colores en sus patios. Nos llenó de júbilo.

La entrada a la ciudad nos ofreció un suculento mercado y los restos de un festival que había dejado como legado cintas de colores y toldos. Estaba junto a otra charca para búfalos. Pasó el tren. Iba tan abarrotado que los pasajeros se asomaban por las puertas.

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