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Los saris son el color de la India 165 (2011). Palacios de Fatehpur Sikri.

 


Hacia la derecha se encontraba el patio de Daulat Khana, con el Anup Talao, un hermoso estanque cuadrado en el lado suroeste del palacio de la Sultana turca. La zona central estaba conectada por cuatro puentes. Dicen que en una ocasión lo llenó con monedas de oro, plata y cobre y que las repartió entre sus gentes. Era un hombre generoso.

La denominación de Palacio de la Sultana Turca no correspondía con la función de extensión de la biblioteca real-llegó a acumular una impresionante colección de manuscritos-o de pabellón de placer de Akbar que realmente tuvo. Claro que muchas de estas afirmaciones eran puras elucubraciones. No se había podido establecer a ciencia cierta los usos de cada edificio.

Más al norte se encontraba el Diwan-i Amm, la sala de audiencias públicas. Según la leyenda, en él jugaba el emperador al ajedrez utilizando como fichas a sus esclavas. Estaba cerca del Palacio de la Sultana Turca. Aquí dispensaba justicia y escuchaba las peticiones de sus súbditos tres horas después del crepúsculo.


Me imagino al emperador caminando por estos lugares. Destacaba por su dignidad real, que era reconocible a primera vista. Su expresión era tranquila, serena, abierta. Su voz era alta, se dirigía a sus súbditos de forma elegante. Era un hombre hermético, encerrado en si mismo. Era difícil adivinar su pensamiento o sus intenciones.

El Diwan-i-Khas, o Sala de Audiencias Privadas, era un edificio de planta cuadrada y cuatro fachadas similares. Su tejado estaba adornado con cuatro chatris o quioscos rematados con cúpulas. Entre la parte superior e inferior un balcón corría a lo largo de toda la fachada y dividía el edificio. Sin embargo, el interior no estaba dividido en dos pisos. Lo más impresionante era una columna en el centro cuya parte superior estaba abierta y por la que se podía caminar. Hasta ella llegaban cuatro puentes que unían las esquinas del edificio con este balcón donde se supone que Akbar se sentaba mientras sus ministros y asesores lo hacían en los puentes y balcones del perímetro. Quizá fuera la Sala del Tesoro. Desde lo alto, Akbar tendría la oportunidad de revisar los tesoros que había depositados en el suelo. Aquí mantenía sus discusiones teológicas con grandes personajes de la época. Sin embargo, el gran sabio era analfabeto. No sabía leer ni escribir. No lo necesitaba ya que le leían lo que deseara escuchar o aprender y no necesitaba firmar ya que para eso estaban los funcionarios.

Al emperador le gustaban los perfumes. La corte era constantemente perfumada con incienso, aloe o ámbar. Se utilizaban grandes cantidades de flores aromáticas. Se mezclarían con la música, otra de sus pasiones.

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