Las galerías que comunicaban los sectores eran bastante
estrechas. La audioguía comentaba que los vestidos de las mujeres podían ser
tan pesados que obligaban a utilizar carros para transportarlas a través de estos
pasillos, provocando un espectáculo singular.
Subimos a la azotea y nos regaló una fabulosa vista tanto al fuerte superior como a la parte baja y la ciudad. Una sucesión de cúpulas marcaba las estancias principales.
Empezó a llover. Nos refugiamos en uno de los quioscos abiertos, saltamos hasta una galería y esperamos que escampara en las habitaciones de la zenana, el cuarto patio donde vivían las mujeres de palacio. Lo construyó Man Singh I y estaba dividido en doce estancias independientes para sus doce esposas, ordenadas según su rango. En el centro estaba el pabellón Baradari. En él se reunían las mujeres para hablar de sus asuntos.
Subimos a la segunda planta, rodeamos el patio, observamos las murallas desdibujadas, escuchamos la historia del cañón más grande del mundo, que jamás fue usado salvo para las pruebas.
Más allá de la zenana estaban las estancias del servicio que no ofrecían gran interés. Se sucedieron un pequeño museo, unas tiendas en el lateral de la muralla y un café.
Mi tío propuso bajar en jeep, como hizo él hace años, pero no había ninguno disponible. Esperamos otro rato con los actores de la serie. La lluvia había estropeado su trabajo. Por fin nos decidimos a bajar por las rampas y escaleras que daban al lago. Hubiera sido un agradable paseo pero el ataque del diluvio fue una tortura. Especialmente para mi tío, que no llevaba impermeable. Cuando nos vio aparecer Krishna completamente empapados no pudo reprimir una sonrisa.
Ya en Jaipur comimos en el restaurante Peacock, pavo real. Todo estaba delicioso. Hasta conseguimos secarnos.
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