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Los saris son el color de la India 128 (2011). Crucero por el lago Pichola.

 


Desde el embarcadero del palacio iniciamos el recorrido hacia el norte o hacia la derecha. El lago cobraba protagonismo y era el acompañante perfecto del palacio. Encontrábamos la vista deseada: los muros, las cúpulas, los balcones y las ventanas del conjunto no hubieran tenido el mismo impacto sobre nosotros sin las aguas del lago Pichola. Le prestaba su personalidad.

 

Los havelis se prolongaban hasta el extremo norte. La escena costumbrista la aportaban los lugareños bañándose cerca de los ghats, las mujeres lavando ropa y colgándola por todas partes. Era un contraste con el porte aristocrático de las arcadas que constituían la fachada más inmediata. Los bañistas saludaban a nuestra embarcación. Los críos, en bañador, eran bastante ruidosos.


 La orilla opuesta era menos espectacular pero armonizaba con el entorno general. Rodeamos un pabellón blanco, el que imaginabas que flotaba, y disfrutamos del momento en que las nubes formaban un cúmulo denso y amigable. La luz no era tan potente y seducía los muros del palacio. Se respiraba sofisticación con la luminosidad cálida sobre las fachadas.


El Lake Palace (el de la película de James Bond Octopussy), en la isla de Jagniwas, se construyó a mediados del siglo XVIII. Inicialmente, fue el palacio de verano. En 1960 se convirtió en hotel. Era de un lujo impresionante, aunque no inalcanzable. Los precios que informaba la guía para comer o cenar no eran exagerados y la oferta que remitieron para hospedarnos no hubiera desequilibrado desconsoladamente nuestro presupuesto. No aceptaron nuestra reserva para cenar. Los muros de mármol blanco emergían como un barco fantasma en medio de las centelleantes aguas del lago.

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