Remontamos hasta el palacio. Krishna nos enseñó orgulloso
la fotografía que se había hecho. Con el photoshop
le habían convertido en un poderoso noble de la corte.
Atravesamos la ciudad hasta los jardines Sajja Niwas. Pasamos ante el antiguo Mewar State Motor Garaje donde se exhibía la colección de coches antiguos del soberano, The vintage and classic car collection. Durante un tiempo, los únicos coches que transitaron por la ciudad eran propiedad del maharana. El número de vehículos de postín era uno de los signos de prestigio de los príncipes de la India. La competición por acumular más Rolls Royce era casi épica.
Los jardines eran un lugar popular entre la gente
de Udaipur. Una excelente forma de pasar el domingo era adentrarse en este verde
y fresco espacio y descansar con el sonido de sus fuentes y a la sombra de sus
árboles. Llegamos hasta un estanque con un vistoso templete en el centro.
Mereció la pena el rato que pasamos en ese lugar.
Krishna nos condujo a un restaurante con terraza. En una larga mesa se había concentrado un grupo de jóvenes. Los ventiladores no podían paliar el tremendo calor. El camarero nos situó cerca del aire acondicionado y disfrutamos de una buena cerveza y de comida india sabrosa. Regresaba nuestro idilio con ella tras los problemas digestivos de días anteriores.
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